Icono del sitio La Razón

Delitos y víctimas

Un niño, de apenas 13 años de edad, estuvo a punto de ser linchado. Acusado de tentativa de violación, este muchacho fue perseguido por una turba que se creyó con el derecho de tomar la vida de una persona que, como sociedad, tiene la obligación de proteger.

Se puede entender la indignación de la gente a la que se le dijo —una maestra dio la voz de alarma— que el chico intentaba agredir sexualmente a una niña de escuela. Pero para eso están las autoridades y para eso existe el beneficio de la duda. Y para algo el adulto es quien tiene todas las prerrogativas en la sociedad, sobre todo en la boliviana. Es decir, se supone que un adulto tiene ciudadanía plena porque es maduro, capaz de decisiones racionales, meditadas. Si no es así, qué injusto y qué peligroso.

La víctima, por suerte salvada de la irracional furia por la Policía, ha estado a punto de sucumbir ante la gran mentira de los supuestos.

Algo muy malo tiene que estar pasando en nuestro país, particularmente en El Alto, que los grupos funcionan como manadas: por instinto.

No es que se olvide a la niña que, de ser cierta la denuncia de la educadora (debería revisar su vocación), sería la primera víctima. Pero qué horrorosa realidad la de una ciudad que quiere cargar en su conciencia la muerte de un niño.