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El periodista de hoy

En los tiempos que corren, el oficio de informar se ha vuelto riesgoso. No es que antes hubiese sido fácil salir a la calle con un micrófono o una cámara, ni que el redactor que se sentaba frente a una máquina para escribir una noticia con la mayor fidelidad posible, no hubiera pasado vicisitudes. Basta recordar los aciagos días de la dictadura, cuando en Latinoamérica se perseguía como a delincuente al que informaba con el arma de la ecuanimidad o se atrevía a pedir justicia y paz social.

Por los vaivenes de la historia, el periodista, al igual que todos los bolivianos, se ha acostumbrado a lidiar con los momentos difíciles. Siempre ha sabido que la vida se le pondría cuesta arriba enrolándose en las filas del periodismo, alejado del poder público, aliado de la sociedad. Y sin embargo, como tantos otros bolivianos que aman su oficio, nunca ha claudicado; por el contrario, se mantuvo firme al lado de los que más le necesitan, de los que no tienen la posibilidad de hacerse escuchar con los que toman decisiones.

En estos días, el periodista debe saber que su rol histórico fundamental para el sostenimiento de la democracia, como abanderado de la libertad de expresión, cobra una fuerza singular. Decenas de colegas suyos mueren alrededor del mundo, cada mes, por ese mismo ideal. Y la dura —y a veces ingrata— tarea de llevar a los hogares lo que ocurre fuera de ellos, tiende a complicarse.

La presión ejercida últimamente por el poder político ha pretendido distorsionar los valores intrínsecos que son la base del periodismo; mas esto no ha hecho torcer la confianza de los bolivianos en el trabajo de los informadores que comparten con ellos su sensibilidad a través de los medios independientes.

Uno de esos valores es el de contribuir a la transparencia en el manejo del Estado informando lo que acontece en las instituciones públicas. Entendido así, el periodismo no podría ser otra cosa que un aliado de los gobiernos; nunca un «enemigo», o un «opositor», como en varias ocasiones lo ha considerado el presidente Evo Morales.
El periodista, sin embargo, es un ser humano como cualquier otro. Sufre, ríe, acierta y también se equivoca. En estos tiempos difíciles en que su labor está siendo seguida con lupa por el exceso de susceptibilidad, vaya un saludo para todos los hombres y mujeres que, lejos de la política y cerca de su profesión, el periodismo, militan todos los días al único servicio de la verdad.