La Eurocrisis
Todo el mundo, incluida Bolivia, podría ser arrastrada por la inestabilidad griega
Para la debacle, se buscan y rebuscan explicaciones todos los días desde que la tragedia griega fue declarada. Y los variados análisis económicos, cuándo no, tampoco se han librado de los tendenciosos ángulos políticos. Lo objetivo es que la actual administración de Carolos Papulias muestra cifras en rojo, con un déficit de más del 14% de su PIB y una deuda pública que este año alcanzará el 124,9%.
Nada menos que tres interminables meses se han tomado los países europeos para aprobar el anunciado plan de salvataje, mientras en las calles de Atenas la crispación social iba en aumento y, al final de la desesperación, hubo que lamentar la muerte de dos mujeres —una de ellas embarazada— y un hombre. A la crisis se la combatirá con un fondo de emergencia por 110.000 millones de euros, que se han comprometido a compartir la UE y el FMI. Ese sideral monto de dinero será desembolsado en tres años.
El euro, una moneda joven (data del 1 de enero de 1999) que había nacido con la estrella, sufrió en las últimas semanas un desplome donde las divisas del mundo pesan y se cuentan por millardos. La alarma tocó las fibras más íntimas de la UE, que por estos días ve cómo su niño mimado —el euro— tambalea y, con él, también el bloque europeo. A las sólidas Alemania y Francia se les está pidiendo el mayor sacrificio, para salvar a uno de los hermanos menores.
No hay que olvidar que Grecia, pese a su privilegiada ubicación geográfica —está rodeada de países ricos y poderosos—, es un país pequeño. Y aunque venía de mostrar avances económicos de envergadura en el pasado mediato, su actualidad marca una realidad totalmente adversa.
Los analistas temen desastrosas consecuencias. Especial preocupación se nota en España, Portugal, Irlanda e Italia, las más permeables en este momento de zozobra. La «volatilidad» de la Bolsa ha hecho revivir al fantasma del ‘efecto dominó’, según el cual —economía globalizada al fin— todo el mundo —incluida Bolivia— podría ser arrastrado por la inestabilidad de Grecia, como ocurrió hace dos años con el colapso de Lehman Brothers.
A la cuna de la civilización occidental, donde nació la democracia, le espera un ajuste severo; hay que reducir el gasto público. La costosa factura por el trabajo de los especuladores y los malos administradores del Estado recaerá, como siempre, sobre las espaldas del pueblo. Es el turno de los griegos.