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Folklore y fronteras

Llajtaymanta, el grupo Bolivia y vaya uno a saber cuántos artistas nacionales más han compuesto e interpretado música para quien se los ha pedido y les ha pagado. Perfecto, pues viven de esto y si alguien considera que satisfacen las exigencias estéticas, que van a gustar, pues los contrata. En Bolivia, seguramente, y en Perú, por qué no.

La tesis de que así, con el talento de los bolivianos el folklore ha trascendido fronteras y ha hecho carne en Perú y Chile se confirma. Y ahora sin dudas, gracias al Facebook y otras maravillas de la tecnología que lo miran todo, que no necesitan del periodista o de la autoridad para dar la alerta. Lástima que ésta sea también la puerta para, sin más criterio que el calor del momento, se alimente chauvinismos y se castigue a los artistas considerándoles poco menos que traidores a la patria.

El tema del patrimonio, de la necesidad de que se sepa que es boliviano lo que se ha procesado en este país, con su gente, tomando como base conocimientos ancestrales comunes al área andina, pero con un cariz «propio», lleva a estos extremos de «defensa» que rayan en la intolerancia.

Además, ¿no es la mejor prueba de que la cuna es Bolivia que desde fuera se les pida a grupos nacionales que les compongan la música?