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Trillizos sin paz

La «medida de protesta» llevada a cabo en días pasados por escuadras reducidas de militares, bien podría ser registrada en el libro Guinness de récords mundiales. Un gobierno, a través de su Ministerio de Defensa, alentando una acción de hecho, como es el bloqueo de una obra pública, en la misma sede de sus funciones. Verdaderamente insólito.

Como atenuante, el Gobierno nacional podrá recordar la denuncia que hizo el viernes 7 de este mes alertando que la Alcaldía paceña no había honrado un acuerdo según el cual debía construir aulas para la Escuela Militar de Inteligencia del Ejército (EMIE). De esa forma, se habrá de compensar a ésta por los predios ocupados en determinados sectores de los puentes.

El Gobierno Municipal se adelantó a reconocer el atraso de las obras de compensación.
Hasta aquí los hechos, sin contar las reuniones —con cuarto intermedio y todo— entre autoridades de las partes involucradas.

Si no se termina de entender la paradoja de que autoridades manden, o permitan, bloquear una obra pública, más fácil será reducir esta interpretación de lo ocurrido a la actualidad política que tiene a los paceños sometidos a los vaivenes de dos corrientes partidarias, hasta hace no mucho unidas por una alianza. Más allá de quién tenga la razón y quién no (parece que las dos), lo concreto de este absurdo impasse es que la construcción de una de las obras más importantes de la ciudad de La Paz quedó interrumpida por varios días, ocasionando molestias a una ciudadanía que ha sido bastante tolerante con estos trabajos. La primera reacción de un grupo de habitantes fue la de exigir la conclusión de los Trillizos.

No es serio que desde la misma administración del Estado se apoyen protestas contra otra instancia de gobierno, en este caso municipal, por más que ésta hubiese incumplido compromisos. La lógica mandaba buscar una salida que no castigue a la población, nunca fomentar trabas para obstaculizar una construcción que beneficia a todos. Si la gestión municipal faltó a su palabra, debe cumplir y no hay pretextos que valgan. Pero que se la obligue sin perjuicio de la gente.

¿Será ésta la tónica de la nueva correlación de fuerzas MAS-MSM en La Paz? Ahora que estas siglas no son más amigas, ¿los paceños vivirán a expensas de las fricciones políticas de los partidos en función de gobierno nacional y municipal? Ojalá que no.