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Educación en vilo

Es muy preocupante lo que sucede con el conflicto del magisterio. Más de una semana que los estudiantes de los establecimientos fiscales han dejado de pasar clases, mientras que quienes son parte del sistema privado siguen aprovechando de los estudios. ¿Puede haber una discriminación más odiosa? ¿Quién repondrá el tiempo perdido a niños y jóvenes? 

Es cierto que un maestro necesita de un salario que le permita no sólo vivir, sino continuar profundizando sus conocimientos. Y que, por ello, presiona para ganar más. Pero, lamentablemente, muchos de los profesores han optado por esta carrera al no hallar más oportunidades debido, cómo no, a sus limitaciones de formación. ¿A quién deben culpar de tales limitaciones? Al sistema educativo, sin duda. Recuérdese las presiones de aspirantes para ingresar a las normales con un 51 de nota. 

Es decir que con la historia nada nueva de paros, huelgas, de maestros mal formados, mal pagados, se redibuja el círculo vicioso que lleva a los bachilleres, a montones de ellos, a ir por lo que creen seguro: el magisterio.

La escuela, llamada a abrir oportunidades a los miembros jóvenes de la sociedad, en verdad, en Bolivia, las cierra para muchos de ellos. El conocimiento, por tanto, más que democratizarse se hace cada vez más privado.