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La libertad

En el caso boliviano, se trata de una fiesta nacional que, como se ha dicho ya, trasciende las fronteras; aunque a veces, paradójicamente, no sólo se olvide esto último, sino que la celebración quede reducida a lo departamental, a los desfiles de Chuquisaca en la plaza 25 de Mayo.

La gesta de 1809 abrió las puertas de la libertad. En julio estalló la revolución en La Paz y se desencadenó una serie de acontecimientos similares por toda América. Este 2010, después de los festejos de los bicentenarios de Sucre y de La Paz, toca el turno de Tarija, Oruro, Potosí, Cochabamba, Santa Cruz. Y a nivel internacional: pasó el de Ecuador, está en pleno desarrollo el de Argentina, y se preparan los de otros países como, por ejemplo, Chile y Colombia. Todos ellos se embarcan en la carroza de los homenajes por los 200 años de la libertad.

Nos hemos preguntado: ¿para qué sirven estas conmemoraciones?, ¿si debemos quedarnos satisfechos con la fastuosidad, la ceremonia protocolar, o, quizá, tenemos que reflexionar acerca de cuánto beneficio le hemos sacado a este estado de gracia que se llama «libertad»?

Fortalecen el civismo, el amor por la Patria, mas dejan sabor a poco las fanfarrias: las sesiones de honor, los conciertos, las ferias, los sabores de las comidas típicas en las verbenas, los ritmos de         bailes especialmente creados para los  bicentenarios. Valga todo este bagaje cultural para reafirmar las condiciones nacionales de cada uno de los celebrantes, enhorabuena por eso; y también para festejar a la libertad, que se lo               merece.

Pero que el motivo llegue aún más allá, toque las fibras más íntimas de los gobiernos y sus ciudadanos, y promueva una reflexión acerca de cómo se traduce esa libertad en las sociedades actuales.

La libertad como símbolo de integración. Porque los bicentenarios evocan una memoria de luchas de hombres, mujeres, criollos, indígenas y campesinos… como primer intento de integración. Esa que ayer palpamos con los bolivianos desfilando en los actos de la avenida 9 de Julio de Buenos Aires. La misma que hace un par de meses encontramos en el reconocimiento a dúo, entre Argentina y Bolivia, de Juana Azurduy como «Heroína de la Independencia».

Tanto se ha debatido del origen de esa libertad… Por qué no, mejor, forjamos el camino de los 200 años que se vienen reflexionando sobre el valor fundamental de la libertad.