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Los verdaderos perdedores

El largo conflicto provocado por el magisterio ha  prácticamente terminado. Luego de días de marchas, bloqueos, huelgas, advertencias, amenazas… la protesta llegó a su fin con la derrota, tendrán que admitirlo, de los maestros.

Pese a todo, los profesores han logrado muy poco, apenas la promesa de que a los urbanos se les nivelará el salario en relación con el que ganan los rurales. Y algo más… o menos, pues tanta movilización ha terminado con el castigo del descuento por los días no trabajados.

Lo que ha sucedido merece una consideración serena y responsable de parte de los educadores. Algo está fallando en su estrategia de lucha que se estrella contra un muro, como pocas veces ha sucedido en el caso de este sector. Ha pesado, claro, la postura invariable del Gobierno, pero también y mucho la evidente división en el magisterio.

Como tiene que ser, pues si uno está dispuesto a luchar por sus derechos, tiene que estar consciente de las consecuencias. De lo contrario, dónde está el espíritu de sacrificio. Qué fácil parar y luego recibir el dinero como si nada hubiese sucedido.

Pensándolo mejor, los maestros no son los que más pierden. Como van a descontarles, ellos han decidido no recuperar las horas perdidas de clase. Y que los alumnos, niños y jóvenes, verdaderas víctimas, se las arreglen.