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Gobernadores

La confrontación no deja de ser una constante en la política nacional. A la polémica surgida con la «ley corta», que la Asamblea Legislativa Plurinacional aprobó con el disenso de la oposición, pues contiene artículos que ponen al borde de la suspensión a tres gobernadores, se sumó una última declaración del presidente Evo Morales que ha dicho, nuevamente, que del futuro gobernador Rubén Costas no olvida algunos apelativos vejatorios que éste le dedicó en el pasado.

Pero no todo queda ahí. Contra Rubén Costas hay persecución judicial: a días de asumir la gobernación de Santa Cruz, la Contraloría General del Estado lo denuncia por malversación de recursos del IDH.

De su lado, Costas se copia de Morales en la parafernalia de los símbolos. El viernes, en la plaza 24 de Septiembre, juró de rodillas como gobernador y, no contento con eso, tendrá su propio acto de posesión  el viernes cuando recibirá los símbolos de rigor, que son tres. Después, asistirá  al que considera un formalismo: la posesión que ministrará el presidente Morales en la capital.

Mientras el Gobierno dice que cualquier posesión que no fuera la del Presidente sería ilegal, un vocero de Costas adelantó que la nueva autoridad cruceña asumirá su cargo el miércoles y no el domingo. Así están las cosas.

«Gobernar es el arte de crear problemas con cuya solución mantener a la población en vilo», razonó el norteamericano Ezra Pound como si se hubiese inspirado en el caso boliviano, donde el principal político del país y la cabeza visible de una oposición débil y confinada a las regiones, protagonizan una disputa que deja vislumbrar que lo suyo va para largo.

La posesión, en Sucre, podría buscar una unidad nacional que se ve todavía frágil en la construcción del nuevo Estado. Pero el trasfondo se huele a lo lejos y, hoy en día, no hay intención buena exenta de la búsqueda de rédito político.

Aplausos para la medida, si contribuye a la integración del país en torno a símbolos que todavía anidan en el corazón de los bolivianos, como la Casa de la Libertad. No es para nada práctica, eso sí; significa gastos en una nación con grandes carencias sociales; y, además, no tiene lógica una posesión centralizada en tiempos de autonomías.

Considerando los tiempos de división que corren, en este caso, se podría dispensar la falta de cordura, si esto ayuda a reunir a las partes en discordia.