Sequía y angustia
Las inclemencias del tiempo son una constante y reclaman soluciones estructurales

Un total de 16 municipios del Chaco boliviano se encuentran amparados por la declaratoria de emergencia nacional debido a la falta de precipitaciones pluviales: siete de Santa Cruz, cinco de Chuquisaca y cuatro de Tarija. Allí, la situación es desesperante.
La producción agrícola perdida se cuenta por toneladas; el ganado, por centenares de cabezas y las familias afectadas, por decenas de miles. Las autoridades parecen haber tomado conciencia de la gravedad del problema, pero su reacción llega algo tarde y semana que pasa la crisis se vuelve más angustiante.
En los siete municipios de la provincia cruceña Cordillera, el 20 por ciento del ganado se enfrenta al drama de la desnutrición. De continuar la carencia de forraje por la sequía, no le dan más de un mes de vida. La Federación de Ganaderos de Santa Cruz (Fegasacruz) ha lanzado una advertencia: en tres meses habrá desabastecimiento de carne en el eje central del país.
La adversidad también se siente en el altiplano, los valles, la zona subtropical y la amazonia de La Paz, así como en la región altiplánica de Potosí, donde se trabaja para evitar la mortandad de las llamas.
Miles de hectáreas de sembradíos no podrán ser usufructuadas por los campesinos ni aprovechadas para el consumo en las ciudades. Sólo en el Chaco, se habla del riesgo de la producción de maní, trigo, maíz, sésamo, fréjol, tomate, haba y quinua, entre otros. Aquí la cuestión se agrava porque lo producido forma parte de la seguridad alimentaria de los habitantes de la zona.
Este fenómeno, aunque parezca mentira, ha tomado desprevenido a todo el mundo. Dicen los entendidos que la sequía, este año, se adelantó dos meses; habitualmente, se registra en agosto y se la afronta como se puede hasta que llegan las primeras lluvias.
Las inclemencias del tiempo son una constante y reclaman soluciones estructurales. Si no llueve demasiado, provocando inundaciones, el agua escasea y da paso a la sequía. Llegó el momento de que el Gobierno nacional, las gobernaciones y los municipios se aúnen para encarar este problema de manera conjunta.
Las declaratorias de emergencia o las entregas de lotes de alimentos, de forraje o de perforadoras para pozos de agua, sin una visión global del problema, sólo aportarán al desorden y es muy probable que también a la atención injusta de unos en desmedro de otros, quizá, más necesitados.