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La hermandad

Aunque la Carta Magna se haya abierto a todas las cosmovisiones posibles, sin discriminación alguna, esto no significa que vivamos en un Estado ateo, como a veces se interpreta erróneamente. Al margen de la oficialidad de lo escrito, entre las religiones, la que tiene más seguidores continúa siendo la Iglesia Católica, que por estas horas se encuentra de fiesta al recordar la labor social del Cardenal Maurer.

La historia dice que hace medio siglo José Clemente Maurer, siendo arzobispo de Sucre, se contactó con monseñor Wehr, obispo de Tréveris, para iniciar una colaboración mutua que se materializaría luego con la llegada de los tres primeros sacerdotes de aquella ciudad alemana a la capital de Bolivia. Ese momento se halla registrado como el comienzo del hermanamiento entre ambas diócesis.

Los incondicionales de esta misión conjunta hablan de algo más profundo que la mera colaboración económica, de una comunión de jurisdicciones eclesiásticas pertenecientes a distintos países que está basada en la fe y es capaz, sí, de traducirse en ayuda concreta. Por eso, allí donde el Estado sigue estando ausente, hay un internado, un centro de capacitación, una escuela… la obra del cardenal Maurer.

Cincuenta años de hermandad o, lo que en este caso es lo mismo, de beneficio directo para los sectores empobrecidos de Bolivia, se dicen fácilmente. Los lazos de amistad tendidos con Alemania redundaron en beneficios incalculables en lo económico y, más aún, en lo inmaterial. A propósito de la hermandad, el papa Benedicto XVI, en su encíclica Caritas In Veritate, señala que «…El  subdesarrollo tiene una causa más importante aún que la falta de pensamiento: es ‘la falta de fraternidad entre los hombres y entre los pueblos’. Esta fraternidad, ¿podrán lograrla alguna vez los hombres por sí solos? La sociedad cada vez más globalizada nos hace más cercanos, pero no más hermanos». Volviendo a la historia, sólo monseñor Julio Terrazas mereció el nombramiento de «cardenal» después del alemán naturalizado boliviano que fue arzobispo de Sucre, Clemente Maurer.

Bolivia, Tréveris y Hildesheim celebran este aniversario de vínculo con distintas actividades. Prolongan la huella de Maurer, que 50 años después continúa enseñando cómo la hermandad debe cotizar siempre al alza en la bolsa de valores espirituales, rumbo al progreso de las naciones menos favorecidas.