Patrimonio en riesgo
A simple vista puede verse cómo está perdiendo su forma cónica por la explotación
Miles de familias potosinas dependen del trabajo de hormiga que los mineros realizan a diario en las entrañas del Cerro Rico. Agrietado hasta quedar moribundo, el imponente Sumaj Orcko corre el riesgo de perder el título de Patrimonio de la Humanidad otorgado por la Unesco. La situación desesperante del cerro más famoso de Bolivia no debería sorprender a nadie. Hace años que se advierte de su debilitamiento como consecuencia de la acción de la dinamita en el subsuelo para extraer, diariamente, miles de toneladas de tierra con minerales tales como plomo, plata y zinc.
Por lo menos, el último año se hizo una constante la publicación de informaciones periodísticas en las que se alertaba de este problema; inclusive, el propio Gobierno admitió la existencia de hundimientos, detectados por un estudio, con alto riesgo de derrumbe. En cambio, los avances para encontrar una solución, por lo visto, no han sido significativos.
La Razón dio cuenta este domingo de que, en menos de un año, el número de hundimientos en el Cerro Rico de Potosí creció en 49 por ciento. ¿La causa? La explotación indiscriminada, especialmente, durante los 10 años pasados. Los minerales que se extraen del cerro son tratados por decenas de ingenios de cooperativistas, parte fundamental de la cadena de la economía potosina cuyo sector más fuerte —y casi excluyente— es, justamente, el de la minería.
Se trata además de la mayor atracción turística de Potosí, y, qué duda cabe, de una de las más importantes del país. A simple vista puede advertirse cómo está perdiendo su espectacular forma cónica —que tanto atrae en todo el mundo— por la explotación en zonas que no deberían estar permitidas.
Resulta incomprensible la falta de capacidad de reacción de las autoridades, tanto de éste como de otros gobiernos, para, al menos, reducir la actividad en el interior de esta gran montaña, por supuesto relocalizando a parte de los mineros que allí laboran.
La solución inmediata más racional podría ser que la Corporación Minera de Bolivia (Comibol) entregue concesiones mineras a los cooperativistas para descongestionar y darle algo de merecido respiro al Cerro Rico, antes de que sea demasiado tarde. Luego, llevar adelante un programa sostenido de preservación, con criterios técnicos para evitar el temido desplome del yacimiento, lo cual sería fatal para la economía de todo un departamento.