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Una cultura de corrupción

Fue el comandante de las fuerzas del verde olivo, el general Óscar Nina, quien reconoció que «el tema de la corrupción se ha arraigado, es una cultura dentro de la Policía; va a ser muy difícil luchar contra ella», en relación al Plan Anticorrupción Punto Final, que está en marcha.

Una declaración como ésta no debe sorprender, pues esta «cultura de la corrupción» no se germina sólo en la institución del orden, sino que tiene que ver con la formación de los ciudadanos. Si bien la Policía tiene la obligación de velar por nuestra seguridad y obrar según el mandato de la ley; este «cambio cultural» depende mucho de la población.

Esta cultura se vive a diario. En el colegio, se festeja a quien pasa el examen sin estudiar, al que copia y «no le pescan». En las calles, el pasajero de un taxi baja en un lugar inapropiado, argumentando puede «aprovechar» ese momento para hacerlo. Basta que la indicación del sobre de algún producto diga «agregue una taza de agua», para que la «astuta» ama de casa le ponga dos. Son acciones muy pequeñas, pero van formando modos de vida.

Al final, la persona honrada que sigue reglas, paga lo justo y cumple con los impuestos es vista como estúpida, pues no «aprovecha». Pensando así, el pagar un soborno a un policía no resulta sorprendente. ¿Realmente no vivimos en la cultura de la corrupción?