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Saturday 20 Apr 2024 | Actualizado a 08:24 AM

Niños y derechos

Una niña, de sólo nueve años, recibió un jalón de cabellos de parte de su mamá. Tan pronto como pudo, corrió a un teléfono público y llamó a Radio Patrullas 110 para sentar una denuncia.

/ 25 de agosto de 2010 / 05:00

Una niña, de sólo nueve años, recibió un jalón de cabellos de parte de su mamá. Tan pronto como pudo, corrió a un teléfono público y llamó a Radio Patrullas 110 para sentar una denuncia. Los policías acudieron prontamente y condujeron a la madre hasta la Defensoría de la Niñez. Allí, se tomó la decisión de separar a progenitora e hija por el   lapso de tres meses; la niña vive ahora con  una tía y la madre debe pasar una pensión de 200 bolivianos.

El tema sorprende por varios motivos, por ejemplo por la pronta respuesta de los policías, mucho más por ser una niña quien los llamaba. Pero es la actitud de la pequeña la que mueve a la reflexión. Puede ser que su reacción sea vista como exagerada; pero en una sociedad que considera a los hijos como pertenencias, como subordinados, que suele disciplinarlos a golpes, insultos, etc., que alguien se anime a buscar ayuda da la pauta de que las campañas en pro de los derechos infantiles calan.

No es extraño que un hijo, muy pequeño, recuerde a los padres que tiene derechos. Una actitud así suele despertar sonrisas, pero hay que entender que tras esta exigencia hay un llamado de las personas de corta edad a ser respetadas. La niña del caso volverá al seno familiar en breve. Ojalá la madre haya entendido el mensaje y reconquiste a su hija.

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Bolivia y Chile, ¿aliados de Irán?

Miguel Marañón Urquidi

/ 20 de abril de 2024 / 00:06

En el accionar de los libertarios, sus acciones sorprenden cada vez más, no solo por lo fantasioso de sus datos, sino por vulnerar normas internacionales que incluso afectan a los derechos humanos. Recordemos cómo, sin ruborizarse, Milei indicó que el comunismo había matado a mas de 100 millones de personas en el mundo, dato que nadie sabe de dónde sacó o cómo se calculó, simplemente lo afirma y sus seguidores lo aceptan como algo irrefutable.

Pero este libertario no paró ahí, resulta que pregona al mundo que su ideología apoya al accionar de Estados Unidos y de Israel; en retribución, el gobierno israelí lo nombra “embajador de la luz”. Por este respaldo a estas dos potencias, y tras el ataque de Irán a Israel, el presidente argentino canceló su gira por Europa y convocó al gabinete de “emergencia”.

Casualmente, después de la mencionada reunión, salió la ministra de Seguridad de Argentina indicando que en Bolivia existen 700 miembros de la guardia Quds (brazo armado del Estado Islámico iraní) y también afirmó que en Chile había la presencia del grupo chií Hezbolá, grupo considerado terrorista por Estados Unidos e Israel; este dato, al igual que las “muertes que ocasionó el comunismo”, no se sabe de dónde lo obtienen.

Coincidentemente, en estos dos países gobiernan partidos de izquierda y son los dos con importantes reservas de litio; no olvidemos que la jefa del Comando Sur, la general Laura Richardson, estaba “muy preocupada” que los gobiernos de Chile y Bolivia tengan conversaciones adelantadas con China y Rusia para poder iniciar la industrialización del litio.

En este sentido, cuando la escalada bélica en Medio Oriente va subiendo de tono y las potencias mundiales como Estados Unidos y Europa van tomando protagonismo directo en las confrontaciones, es muy importante (para las potencias occidentales) que países como Bolivia y Chile no se “atrevan” a querer negociar con sus enemigos potenciales (China y Rusia), para lo cual el eslabón principal es tener en Bolivia y Chile a gobiernos libertarios que al igual que Milei se alineen a los designios de Estados Unidos e Israel.

En este sentido, las declaraciones de la ministra argentina no solo son palabras emitidas por error o por la calentura del momento, considero que son parte integral y global para debilitar a los gobiernos progresistas, como los de Bolivia y Chile, mediante todos los medios posibles, en ese sentido, pensar en una intervención militar bajo el pretexto de “ataque preventivo”, tal y como lo hacen Estados Unidos e Israel; no es descabellado, ya que la compra de 24 aviones F-16 de combate por parte del gobierno argentino, no es para incentivar el turismo o la paz: los aviones de guerra son para la guerra.

Latinoamérica debe tener cuidado, ya que los libertarios imponen sus ideas y acciones por las buenas, pero más por las malas, sin importarles si rompen normas internacionales; no olvidemos cómo Ecuador intervino policialmente la embajada de México y en acción similar, Israel bombardeó la sede diplomática de Irán en Damasco, o sea, acciones como esas pueden replicarse en Latinoamérica.

Miguel Marañón es economista.

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¿Es la edad solo un número?

/ 20 de abril de 2024 / 00:03

Dunia perdió a sus padres cuando tenía 18 años. Joven, con el dolor que implica perder a las personas que uno ama, asumió la crianza y el cuidado de sus dos hermanos pequeños. Sin experiencia laboral, sin contactos y sin estudios especializados, se enfrentó al mercado y optó por el primer empleo que logró conseguir. Por supuesto, la paga no era muy alta, pero era muy útil dada su situación.

Como ella, muchos jóvenes buscan empleo en un entorno cada vez más competitivo y con diversas condiciones familiares. Algunos tienen la oportunidad de concluir estudios que les permiten tener un trabajo bien remunerado, otros heredan bienes sin esfuerzo propio, otros en cambio, heredan obligaciones, como es el caso de Dunia.

Este juego azaroso define su futuro y ello, por supuesto, influye también en su situación al cursar la tercera edad. Por ejemplo, en Bolivia, quienes trabajan como dependientes aportan al Sistema de Seguridad de Largo Plazo, de donde salen sus rentas de vejez; pero si sus salarios han sido bajos, como fueron inicialmente los de Dunia, su total acumulado será bajo también. Algunos críticos dirán: «Ah, pero el esfuerzo individual es la llave del éxito y el pobre es pobre porque quiere», a pesar de que existen situaciones que no siempre cumplen esa regla (o prejuicio). Cuidar dos niños, con una edad mínima, sin formación, obliga a que las personas tomen el empleo que encuentren, ¿Es acaso su culpa? Y más importante, ¿es necesario hablar de culpa en esos escenarios?

Por supuesto que no.

Estas desigualdades, cada vez más presentes, pero también más discutidas, están siendo abordadas por medio de políticas públicas. En Bolivia, el Estado ha establecido una política de aporte solidario: Los que tienen mayores ingresos contribuyen con un porcentaje mínimo que garantiza una mejor jubilación para personas como Dunia. Esto es algo ya contemplado en la Ley de Pensiones. Al respecto, el tan debatido proyecto de Ley 035 incrementa este porcentaje solidario para que quienes no tuvieron las mismas oportunidades, mejoren su renta de vejez.

Volviendo al caso de Dunia, resulta curioso observar que existan personas adultas con menos madurez que ella. No lo digo como crítica, sino como constatación de que la edad, después de todo, es solo un número cuando hablamos de madurez emocional. No obstante, es innegable que con el pasar de los años el cuerpo físico envejece, afectando también nuestra capacidad de decisión y respuesta. Frente a ello, el proyecto 035 propone un examen médico (un examen ocupacional) para evaluarnos, para ver objetivamente la realidad que a veces nos resistimos a ver: Estamos envejeciendo, no somos los jóvenes de antes.

No me mal entiendan, el mercado laboral necesita de la valorable experiencia de los trabajadores, pero también los necesita en condiciones de salud que no representen un riesgo para el resto de la sociedad, ni para ellos mismos. El proyecto 035 define una edad para este examen (65 años) y representa un beneficio para quienes nunca visitamos al médico. Desde luego, lo óptimo sería que cada uno se realice un chequeo anual, pero seamos honestos, muy pocos lo hacen.

Consideremos este proyecto de ley como una oportunidad de elevar las pensiones de quienes han ganado menos en su vida laboral y como el acceso a una visión objetiva sobre nuestra salud. En última instancia, veamos este proyecto como una ventana de oportunidad para el ingreso de nuevas generaciones al mercado laboral y su complementación con las generaciones previas.

Finalmente, lo invito, amable lector, a hacer un breve ejercicio: Reflexionar sobre las situaciones que lo han llevado a estar donde está, en las oportunidades que tuvo que otros no tuvieron, y con esa constatación, apoyar un modelo tendiente a la equidad, la solidaridad y la justicia social.

Judith Apaza es auditora financiera.

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La vara que dejó García Linera

/ 20 de abril de 2024 / 00:00

En tiempos de una cada vez más aplastante mediocridad, Alvaro García Linera está desaparecido. Por decisión propia. Porque los tiempos que corren así parecen aconsejarle. E incluso se podría llegar al extremo de pensar que ante tanta burrada cotidiana, a él, como a algunos más, les tiene que provocar flojera dar batalla en simulacros de guerras repletas de soldaditos de plomo.

En estos tiempos de descalificación de azules contra azules, García Linera, a lo largo de más de un año, ha ofrecido unas cuantas entrevistas por streaming, radio y TV (dos con este periodista) y parece no estar dispuesto a formar parte de la fotografía diaria de un paisaje gris en el que el entrenador de San Antonio de Bulo Bulo, Thiago Leitao, sobresale por astucia al desafiar a un poderoso empresario diciéndole que podrá estar enterrado en millones de dólares, pero que de fútbol no entiende nada, luego que su humilde y principiante equipo del Trópico de Cochabamba eliminara a Bolívar del torneo de un fútbol que de profesional tiene solo el nombre.

García Linera está desaparecido. No está. No quiere estar. Sabe exactamente lo que está sucediendo con Bolivia, pero se niega a responder más allá de la sensatez y la lógica con la que se deben leer los hechos que producen las coyunturas, esas efímeras etapas de las que se alimenta el periodismo y que así como se encienden y relampaguean un par de días a partir de algún hallazgo estremecedor o de algún hecho que produce rabia de impotencia, al tercer día pueden desaparecer de los escenarios públicos por falta de seguimiento, y peor incluso, por falta de compromiso con el rigor crítico, por la laxitud a la que invita este tiempo en que todo lo público, o casi todo, se iguala para abajo, con afirmaciones como esa de que la Ley 348 sería una ley “antihombres”, o que el Tribunal Supremo Electoral juega políticamente a favor de unos en perjuicio de otros, como si no existieran leyes, reglas de juego, estatutos y reglamentos, es decir, un mínimo ordenamiento jurídico y una mínima institucionalidad.

La vara que el vicepresidente de Evo Morales ha dejado, se ha convertido en inalcanzable y por lo tanto en insuperable. En los mejores momentos gubernamentales del evismo,  se podía percibir una gran mística de los equipos de trabajo con los que se encaraban las obligaciones de un Estado redimensionado desde la laboriosidad teórica de García Linera y las convicciones prácticas de quienes hacían funcionar la maquinaria para que tuviéramos un país, ese país que en algún momento estaba comenzando a ser de todos, sin que nadie quedara afuera de la lucha y de la fiesta, del combate y la celebración, sin que nunca más, desde esa combinación entre lo indígena y plurinacional, y la filosofía marxista, pudiéramos tener una Bolivia en que apellidar Mamani, Quispe, Tomichá o Parabá fuera motivo de vergüenza y resignación, para convertirse en razón de vida nacional popular, lo que significa que aquí no hay comunismo, señoras y señores. Aquí lo que puede haber son algunos comunistas de corazón y formación, pero no comunismo como se concibe desde la paranoia camachista, microclima en el que pululan agentes del retorno al orden del racismo, la discriminación, y los ricos blancoides sometiendo con palo y zanahoria a los mugrosos indios de mierda masiburros, cruce de llama con monolito… ¿O no hablan así en los salones de las “fraters”, los militantes de la logia y del exterminio?

Tiene que resultar cuando menos desagradable que se trate de traidor a quien se ha quemado las pestañas por construir una estrategia política y cultural en que lo indígena y lo campesino se fundieran a través de lo originario. Tiene que resultar decepcionante para García Linera que Evo Morales se haya olvidado que fueron un tándem virtuoso durante casi tres lustros para gobernar el país, con la visión conceptual de uno y el potente liderazgo del otro.

El día que Alvaro García Linera dejó de gravitar en la política y en lo político de Evo Morales, el líder perpetuo de las seis federaciones cocaleras del Chapare bajó de los aviones del liderazgo internacional al barro de las carreteras en el que manda la bazofia verbal de Héctor Arce, ex alcalde de Omereque o de Rolando Cuéllar, un odiador a tiempo completo del nacido en Orinoca. Desde el día en que García Linera dejó de estar cerca a Evo, todo volvió a los tiempos de la rústica pelea anterior a 2005. Como si Evo nunca hubiera sido presidente. Como si hubiera olvidado todo lo aprendido que le permitiera trascendencia a sus gestiones gubernamentales.

La vara dejada por García Linera ha quedado muy alta para el evismo. García Linera está ausente y Bolivia vive una incertidumbre política como no había sucedido en este nuevo ciclo antineoliberal desde 2006, que amenaza con volver debido al empecinamiento de un solo personaje que ha renunciado a sus propios códigos de respeto y lealtad, para hacer de la obsesión su nueva forma de vida. 

Julio Peñaloza Bretel es periodista.

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Palabras que pesan

Resulta curioso el momento en el que emerge esta propuesta de modificación legislativa

Verónica Rocha Fuentes

/ 19 de abril de 2024 / 07:11

La verdadera controversia en torno a lo que el presidente del Senado declaró el miércoles está más relacionada con el trasfondo de su postura más que con ella en sí misma. En el caso del presidente Rodríguez, lo ocurrido esta semana implica un hito en la construcción comunicacional de su personalidad política como una de las figuras sobre las cuales se está vertiendo una enorme cantidad de expectativas de liderazgo nacional. Al final, quiérase o no, que una de las más importantes figuras políticas del país haya emitido un criterio con ese alcance nos permite (aunque no de la manera deseada) volver a poner sobre la mesa de la agenda nacional un tema latente, irresuelto y urgente: la violencia contra las mujeres.

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Para darle algo de contexto a la declaración sobre la cualidad “antihombres” que tuviera la Ley 348 contra la violencia contra las mujeres, huelga decir que tuvo lugar en medio de una sesión camaral en la que se trataban modificaciones a la misma. Respecto al estilo comunicacional del presidente Rodríguez, un poco por decisión y otro poco por circunstancia, está claro que, hasta ahora, ha optado por una imagen pública de bajo perfil, con algo de presencia en actos propios del cargo y de la pertenencia a su partido político, pero con poca densidad discursiva. Se trata de una opción legítima de administración de su comunicación política, pero ello, por supuesto, hace que sus posturas manifiestas y polémicas adquieran mayor peso y resonancia. A esto se le suma que existe una real necesidad de conocer las posturas políticas de la tercera persona más importante del Gobierno nacional, pues empieza a ser insuficiente una comunicación que por buscar la neutralidad ante las corrientes internas de su organización, lo sea ante temas nodales de disputa política en la actualidad.

En el otro lado, resulta curioso el momento en el que emerge esta propuesta de modificación legislativa y la posición, esta vez, ya no solo del presidente Rodríguez, sino además de sus colegas parlamentarios del masismo durante este mismo impasse: concretamente Patricia Arce y Daniel Rojas. La primera presentó la propuesta de modificación de la norma bajo el discurso de que su objetivo es que la misma proteja de igual manera a hombres y mujeres. Esta comprensión invisibiliza el hecho de que la violencia contra las mujeres es un penoso hecho estructural y tira por la borda la actual vigencia de una sociedad patriarcal. Y el segundo acude (en entrevistas televisivas) al uso de datos elaborados a conveniencia y provenientes de organizaciones emergentes como la Casa del Hombre o la Federación Nacional de Víctimas de Denuncias Falsas que, vaya casualidad, en sus recientes movilizaciones (de hace menos de una semana) solicitaban modificaciones a la ley en “beneficio” de quienes ahora se consideran las nuevas víctimas (los hombres) y no así de las alrededor de 430.000 mujeres que denunciaron violencia durante la vigencia de esta norma.

Es una verdadera lástima que el tema vuelva a palestra de esta manera, sobre todo cuando anteriormente ya se había entregado a la Asamblea Legislativa Plurinacional una nutrida agenda de propuestas de modificación a la Ley 348, pero buscando, sobre todo, proteger de mejor manera a las mujeres sin dejar de lado —cómo no— la discusión en torno a la mejora de la gestión de las acusaciones falsas que son pocas y no debieran alcanzar a empañar el espíritu de la norma. En el trasfondo de lo ocurrido esta semana en la ALP existe un aire antifeminismos y antiderechos, y ese es —al final del día— el hecho que debiera ponernos en alerta. Pues, las cosas son claras y no se debe permitir su distorsión: la Ley 348 no enfrenta a mujeres con hombres, la ley busca proteger la vida de las mujeres.

(*) Verónica Rocha Fuentes es comunicadora. Twitter: @verokamchatka

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Las musarañas de Malasia

Carlos Villagómez

/ 19 de abril de 2024 / 07:07

Existe una especie que resiste la embriaguez tanto como los seres humanos: la musaraña de Malasia. Este un pequeño mamífero —de mirada turbia que te recuerda a muchos— vive y se desarrolla en su hábitat natural, el néctar de una palmera fermentada que sería lo más parecido al velado espacio de las tabernas. Todas estas historias vienen en el texto Breve historia de la embriaguez del inglés Mark Forsyth, que en un lenguaje entretenido nos brinda una visión sobre el impacto de la embriaguez en la historia.

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El autor explora los conceptos médicos y sociales asociados a la embriaguez, destacando la vinculación del consumo del alcohol, como alterador del estado de conciencia. Como los antropólogos que dividen las sociedades en húmedas o secas, Mark Forsyth resalta la relevancia histórica que ha tenido la embriaguez en todas las culturas. El joven autor nos muestra cómo la embriaguez ha estado presente en rituales religiosos, y en ceremonias como escape de la realidad y forma de sociabilidad. Es así que en Göbekli Tepe (10.000 a.C.), se edificó una monumental espacio dedicado para la libación mucho antes que la misma agricultura. Posteriormente, “los sumerios la vieron como pura alegría colectiva, los egipcios como un deporte extremo y los griegos dieron un paso atrás, acariciaron sus barbas y reflexionaron”. Sin embargo el autor menciona que “Platón decía que emborracharse era como ir al gimnasio: la primera vez te sientes realmente mal y adolorido, pero la práctica hace al maestro”. En sus referencias bíblicas nos recuerda que Noé lo primero que hizo al desembarcar —podrido de ver tanta agua— fue plantar viñas. Y sin remilgos, Forsyth declara que “Jesús comenzó su carrera con una lluvia de alcohol en las bodas de Caná”. Pasa después al pulque azteca, el agua miel del agave, tan lleno de nutrientes que casi es carne, tan carnosa como la diosa Mayahuel y sus 400 senos para igual número de conejitos ebrios. Y del mundo anglosajón, campeón del APV, el etimólogo inglés afirma que fueron deportados los borrachos de Gran Bretaña para hacer Estados Unidos y Australia.

Forsyth desarrolla su pesquisa eludiendo el carácter poliédrico de la embriaguez, no analiza sus facetas oscuras, ni las implicancias nefastas del alcohol en las sociedades. A pesar de ello, asocia con justeza —como un buen cóctel— la influencia de los brebajes en las organizaciones sociales, culturales y religiosas. Y de las facetas jubilosas de la embriaguez, admito que me enternecen mis “musarañas de Malasia” que en espacios brumosos comparten su amistad porque, como decía Bryce Echenique, “desconfío de los que no toman”, recordando luego que Hitler era abstemio.

(*) Carlos Villagómez es arquitecto

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