Un encuentro boliviano japonés ofrece explorar en las posibilidades musicales del charango. Este instrumento, que Bolivia reivindica como propio, como una variante de la española vihuela, es universal y esto lo demuestran los intérpretes en el escenario del Teatro Municipal (el segundo concierto es esta noche) y en el Teatro Achá y la Academia Man Césped (Cochabamba).
Ahí está el pequeño cordófono, en las manos de maestros como Alfredo Coca y Daiji Fukuda, a la espera del público. Ocasiones como ésta son las propicias para que los bolivianos demuestren cuánto aprecian aquello que, una vez que otros países se arrogan el derecho de creación, mueve a escándalo, a manifestaciones a veces xenófobas y otro tipo de extremos.
Está bien defender derechos de creación, incluida la colectiva, la anónima que responde a pueblos que traducen en objetos su forma de vivir y de soñar; que nadie se aproveche de la popularidad de esa creación y su difusión para negar el origen. Está bien. Pero la mejor forma de hacerlo es respaldando a quienes permiten que el patrimonio sea algo vivo; para el caso, los intérpretes del charango.
Así que, la invitación está hecha. Hay artistas en escena a la espera de espectadores amantes del charango.