Piedras al adulterio
Es hora de sentar un precedente de unidad mundial en contra de las lapidaciones
Sometida a presiones psicológicas por el régimen carcelario iraní, esta mujer, que ya ha recibido 99 latigazos por «relación ilícita» con el presunto asesino de su marido, ni siquiera tiene la posibilidad de comunicarse con sus pares y sus guardias, pues ella pertenece a la minoría azerí y casi no entiende el farsi.
Distintas organizaciones humanitarias han iniciado movilizaciones en todo el mundo para protestar contra la decisión judicial que se basó en el Código Penal de Irán, que desde 1979 prevé la lapidación para los adúlteros, siempre y cuando se produzca la confesión repetida del acusado o se cuente con el testimonio de cuatro testigos varones o de tres hombres y dos mujeres.
El machismo imperante en aquella República Islámica pone los pelos de punta. También la atrocidad de algunas de sus normas indignas, además, para la vida humana: Sakineh Ashtiani, de cumplir su condena, será enterrada hasta el pecho y golpeada hasta la muerte con piedras que no sean tan grandes como para matarla de forma instantánea ni tan pequeñas que no le causen daño. Más o menos así está descrito, con pavorosa frialdad, en el Código Penal.
El tribunal que atiende su caso por supuesto adulterio ha desoído los pedidos de clemencia de Sakineh. Hace tiempo que nadie sabe de ella; le han prohibido las visitas de los jueves.
La voz de su hijo, de 22 años, es la única que de alguna forma refiere a la mujer, en tanto se mantiene la incertidumbre por cuándo sería sometida a una de las muertes más horrendas que se pueda imaginar. «Se lo ruego, no cedan, no se rindan. Les repito que son ustedes (las organizaciones que claman por su libertad) los que nos están tendiendo la mano. Si no estuvieran ahí, mi madre ya estaría muerta».
Se puede hacer más por esta mujer de rostro templado y ojos tristes; una mujer que está siendo injustamente castigada sobre la base de leyes retrógradas e irrespetuosas de derechos humanos fundamentales.
En el caso de Bolivia, el presidente Evo Morales Ayma está en una situación de privilegio respecto de Irán. El hijo de Sakineh confía en que Brasil o Turquía, ambos vinculados con aquel país asiático, podrían interceder por su madre. El Mandatario boliviano tiene las mismas posibilidades, aprovechando las relaciones cordiales que conserva con su par Mahmoud Ahmadinejad.
Es hora de sentar un precedente de unidad mundial en contra de las lapidaciones.