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Heridas que aún no cierran

Niños, jóvenes y adultos que vieron encenderse la ira, que sintieron los gritos, los insultos, las balas, los quejidos están tan impactados que han perdido algo muy preciado: la tranquilidad, la paz.

Así lo refleja el trabajo del Instituto de Terapia de Investigación sobre Secuelas de la Tortura y la Violencia Estatal (Itei), que ha recorrido las comunidades de Porvenir y alrededores.

Poner remedio a tanto dolor no es fácil, como se ve. Hay gente que fue herida que no ha recibido ayuda y, en tales circunstancias, no es capaz ya de colaborar a la familia, con lo que la pobreza, que en ese jirón patrio es muy grande, se ha acentuado. Hay quienes sienten la inseguridad de caminar fuera de la casa cuando gente a la que vieron enardecerse y disparar está libre e inclusive envalentonada cada vez que consume alguna bebida alcohólica.

La violencia muestra, pues, su rostro duro y difícil de borrar. El Gobierno está empeñado en sentar precedentes, en evitar que los que considera autores intelectuales y materiales de lo que pasó se libren del castigo. Pero eso no evita que haya bolivianos que están sufriendo. Ojalá esto dé la pauta para que no se repita algo parecido siquiera al 11 de septiembre del 2008.