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Sepultados vivos

Ojalá la justicia actúe en el caso de Tapacarí tan pronto como sea posible. Y que los autores del crimen contra tres hermanos Espinoza Flores sean castigados con todo el rigor que las leyes bolivianas contemplan. Lo que han hecho los familiares de un cuarto hombre, Miguelino Delgado Condori, todos vecinos de Watallani: enterrar vivos a tres hombres, no importa por qué causa, es monstruoso.

Y será peor si se comprueba, como parecen indicar las primeras indagaciones, que los hermanos son inocentes  del supuesto crimen que habría motivado la reacción de la gente. Basilio, Sabino y Bonifacio sufrieron las consecuencias del desenfreno, de la idea de que cada quien puede tomar la justicia en sus manos, sin esperar a que actúen las leyes.

Alguien pensó que estos hermanos habían cometido un delito al ver el cuerpo sin vida de Delgado Condori. Así que, sin más elementos que los datos circunstanciales de haberlos visto juntos momentos antes, se procedió a atrapar a los hermanos, a golpearlos con palos y piedras, y a atarlos de pies y manos. No escucharon razones y no se detuvieron sino cuando los sepultaron. Aun si las tres personas hubiesen cometido algún crimen, nada da derecho  a nadie de semejante castigo. Nada.