Tristes episodios
Si algún error va a alejar a un alcalde del cargo, que sea uno grande, evidente, probado
Se trata de un proceso judicial más, pues ya cursa otro en contra del contralor Gabriel Herbas, quien se habría apresurado en acusar al Alcalde sin cumplir con los procedimientos que marca la ley. El alcalde Revilla, por lo demás, se guarda el derecho de iniciar otros juicios, a nivel personal, mientras desde la Contraloría se insiste en que hay mucho más que fiscalizar en las obras ediles…
Lo cierto es que a diario se derrocha energía que seguramente, en el caso de La Paz, se resta de las muchas y verdaderas ocupaciones que la ciudadanía espera de sus autoridades. ¿A quién pasar la factura?
Desde la Contraloría se dirá que simplemente se cumple un deber, que el manejo correcto de recursos, el desarrollo adecuado de la gestión deben ser garantizados. Irrefutable argumento. Pero, si el trabajo de evaluación de toda la labor que se ha cumplido a favor de una urbe durante una década —como es evidente en el caso de La Paz— se va a reducir a un detalle —por ahora no probado de la rendición de cuentas por gastos de representación—, algo no está siendo bien evaluado.
Tan poco sustentable parece el argumento en perspectiva: poner en vilo toda una gestión, con el riesgo hoy evidente dadas las reglas de juego, de alejar al Alcalde del poder para el que ha sido elegido por el voto ciudadano, que la palabra que emerge para calificar los hechos parece una: exceso.
Así parecen percibirlo también los ciudadanos. La prueba está en las firmas que se están estampando en puntos callejeros instalados por el Movimiento Sin Miedo (MSM). La firma, en rigor, más que defender a una persona, traduce el deseo de la gente de que su decisión, expresada en elecciones democráticas, sea respetada. La mayoría de los paceños votó por Luis Revilla y ése es un hecho. Si algún error cometido en el ejercicio de sus funciones va a derivar en su alejamiento del cargo, éste tiene que ser realmente grande, evidente, probado. De lo contrario, qué nefastas las reglas que permiten el despropósito de cortar aquello por lo que los paceños se pronunciaron: la continuidad de una gestión, la tranquilidad de gobierno y no más los sobresaltos que traen las crisis políticas de las que La Paz tiene triste memoria del pasado no muy lejano.
Las acusaciones apresuradas, los juicios a los que éstas obligan, pasarán a la historia como uno más de los tristes episodios de una vida política que sobrepone el conflicto a la capacidad de diálogo.