Los especuladores
El manejo de la economía real, la de los mercados: pollo, res, cemento... exige celeridad
De nuevo, justos pagando por pecadores. ¿Qué culpa tiene la población de la eventual irresponsabilidad de los sectores encargados de producir y vender la mercadería que consume? Por supuesto que ninguna. Pero igual, el ciudadano común paga las consecuencias de la negligencia ajena.
La Asociación de Vendedores de Carne de Pollo de La Paz se ha declarado «muy molesta» con los avicultores y con el Gobierno por la falta de atención a sus pedidos. Los avicultores, por su parte, se han quejado de que el Gobierno no hizo caso a sus demandas. Paralelamente, los comerciantes de carne de res han confirmado un incremento de precios en La Paz porque a ellos les están cobrando más los ganaderos de Santa Cruz y de Beni. Toda una cadena que desemboca en una situación indeseable para los consumidores de estos productos habituales en la mesa de los bolivianos.
Hace una semana, por decreto, se eliminaron los aranceles a la importación de maíz, pero esto no ha servido para frenar la especulación ni para atenuar el descontento de los avicultores, que vienen protestando por los altos costos de su producción.
Sin embargo, el origen de este conflicto se remonta a un tiempo más atrás. Los productores de maíz fueron desalentados en febrero con otro decreto que prohibía exportar el grano para evitar el agio y la especulación en la venta de carne de pollo, lo cual había generado desabastecimiento en el mercado nacional. Ahora, la historia se repite.
El país afronta de esta manera una crisis severa en tres importantes sectores de la economía: el avícola, el ganadero y el cementero. La escasez de cemento continúa, pese a los esfuerzos y a la presteza de las fábricas privadas de este insumo esencial para el rubro de la construcción.
Esto, que se dice fácil pero que en la realidad se traduce en miles de familias afectadas por dichas tribulaciones, constituye una nueva afrenta al bolsillo del consumidor. Y los principales beneficiados son los especuladores, que se aprovechan de la coyuntura para ganar en días lo que en otras épocas conseguirían en meses. El Gobierno anuncia normas para castigar estas acciones, y es lo menos que se espera.
Del escenario adverso para todos, el Gobierno tiene que aprender que la falta de atención oportuna a sectores clave puede costar caro. El manejo de la economía real, la de los mercados, la de la carne de pollo, de res y el cemento, por mencionar los que ahora aprietan, requiere de celeridad. De lo contrario, la población paga la factura.