Icono del sitio La Razón

Re-descertificados

Sorprende en cambio —un poco, nada más— el tono utilizado por los gobiernos de EEUU y Bolivia, menos recio que en otras oportunidades. El informe de la administración de Obama al Congreso estadounidense, que «descertifica» a Bolivia, a diferencia de otros años tiene visos de blandura; de hecho, reconoce la labor del Gobierno nacional en varias partes. Y la respuesta del presidente Morales, firme como siempre, tiene sus matices.

Precisamente del distingo que hace EEUU entre la actualidad boliviana    —de no mostrar avances claros en la erradicación del cultivo de coca o en el descenso de la producción de cocaína, frente a los esfuerzos de las incautaciones de droga, destrucción de laboratorios y las detenciones de presuntos productores y traficantes— se aferra Morales para responder a la medida de Obama. Dice que el informe es contradictorio y político, y alude a una revancha por la expulsión de la agencia antidroga, la DEA.

Se advierte menos agresividad en la «reprimenda» y en la contraofensiva que llegan, invariablemente, cada año. Cuando EEUU cuestiona, por ejemplo, la creciente presencia de narcotraficantes extranjeros en Bolivia, lo hace compartiendo la preocupación del Gobierno de este país. Y el rechazo de Morales, destacando la inversión propia de 25 millones de dólares para combatir al narcotráfico, suena razonable —y lo es— más allá de la referencia ideológica de que lo negativo del informe se debe a la posición boliviana «anticapitalista y antiimperialista».

Al gobierno de Morales no le gusta que le señalen sus errores; y si lo hacen desde el exterior, considera que se ofende la dignidad del boliviano y se ataca la soberanía nacional. EEUU, de su lado, se cree con el derecho de apuntar con el dedo a todo el mundo y le cuesta admitir sus propias culpas, que son muchas. Este tema     —recomendación para ambos países— exige menos soberbia y más sensatez.

La descertificación se ve venir todos los años; lo que sí sorprendería es que EEUU opinase todo lo contrario. En el tono empleado esta vez se halla la diferencia: se podría leer entre líneas una implícita aceptación de que ambas partes, en el fondo, tienen razón. Bolivia puede hacer más, y por supuesto que lo haría mejor con ayuda reforzada de EEUU; EEUU puede hacer más, y claramente lo haría mejor si reconociera que se lleva una buena parte de la responsabilidad en el problema de las drogas.