Nos reafirmamos
En defensa del derecho esencial a informar en libertad, La Razón está movilizada
No vamos a cansarnos de repetir desde este medio, y de mostrar en nuestro trabajo cotidiano, que son objetivos nuestros la defensa de la convivencia pacífica, constructiva, entre todos los bolivianos; la contribución al reconocimiento de los diversos pueblos, culturas e individuos que habitan en este país; la difusión del pensamiento de grupos y personas, de tal manera que el intercambio y, por ende, la comprensión sea posibles.
Que estamos expuestos al error, en un trabajo del día a día, es innegable. Nunca hemos dicho que seamos perfectos e infalibles. Manejamos algo tan sutil y tan sensible como es la palabra. Observamos, escuchamos, recogemos y, a la hora de elaborar las noticias, ponemos los cinco sentidos. Pese a todo, seguramente nos equivocamos, pero nunca de mala fe. Hay todo un equipo humano, de control y de seguimiento, que impediría algo en este sentido.
Que hay quienes se han aprovechado del privilegio de disponer de un medio para convertirlo en una plataforma para alimentar odios, es cierto. Los casos son públicos y la justicia ha procedido contra ellos. Pero tales son las excepciones, no la norma en el trabajo de los medios. De hecho, ha sido gracias a la labor acuciosa de los informadores, que se ha suplido la negligencia de las autoridades llamadas a controlar el buen funcionamiento de las instituciones. Si se revisa la historia del siglo XX y el que se ha recorrido del XXI, se verá cómo los periodistas han ayudado a detectar casos de corrupción, de injusticia, de marginación, de discriminación. Y, con tales elementos, las entidades han podido, o han debido inexcusablemente ante las evidencias, proceder para corregir.
Si todo ello ha sido, y es, posible, obedece a la existencia de un clima de libertad para el trabajo de la prensa. Lo que traduce una libertad para pensar, opinar y expresarse de la sociedad en general. Un atributo éste que, repetimos, lo otorga y justifica la sociedad y no un gobierno, cualquier sea éste, cuya obligación es garantizar lo que el pueblo ha conseguido con años de lucha, con sacrificios que incluso han implicado sangre y dolor.
Todo esto se pone en juego ahora que el Poder Legislativo se niega a la flexibilidad para escuchar, para corregir, para encauzar normas que atentan, esto lo dicen demasiadas voces, contra el derecho de informar sin miedo, sin censura, sin autocensura. Por ello, más allá de gestos simbólicos, La Razón está movilizada.