Democracia en vilo
El crimen organizado, pero también la delincuencia común pueden socavar la libertad
José Miguel Insulza, secretario general de la OEA, lo acaba de decir claramente: se está viviendo, en algunos países donde bandas del crimen organizado tienen territorios bajo su control, un proceso de «desdemocratización».
Ocurre que con la criminalidad en aumento, vinculada casi invariablemente con el narcotráfico, se generan miedos y, por ende, la gente, el ciudadano, opta por no participar del debate público. Dictadura más eficiente parece impensable. Con el agravante de que no hay una cabeza visible, un dictador al que derrocar para superar la crisis. La delincuencia organizada es casi anónima, ubicua, de allí su cualidad para paralizar de terror.
Resulta, en verdad, preocupante el panorama que pintan las organizaciones que no hacen sino destacar, confirmar, algo que se siente en países que a diario sufren por una violencia que apunta contra todo lo que se ponga en el camino: alcaldes, dirigentes cívicos, campesinos, periodistas (con el consecuente temor de informar, la autocensura).
Pero, también la delincuencia común es capaz de socavar los cimientos de la vida democrática, de la libertad. Y si países como el nuestro, afortunadamente, no están en las garras del crimen organizado, sí sufren los embates de la inseguridad ciudadana que, violencia al fin, es capaz de paralizar. Qué democracia puede haber en ciudades que han cerrado por temor sus espacios públicos y gratuitos, las plazas por ejemplo, las esquinas, la calle. Cómo debatir, pues, cómo compartir las ideas, perfeccionar la toma de decisiones si el encuentro está limitado por muros de cemento, enrejados y desconfianza.
La preocupación de la OEA y la ONU merece ser tomada muy en cuenta por los distintos niveles de organización de la sociedad, por los distintos niveles de gobierno, antes de que la desdemocratización sea un fenómeno irreversible. O al menos, muy difícil de combatir.
Esto, respecto de la delincuencia. Pero también en relación con los otros factores que son señalados por las organizaciones: «la desigualdad de riqueza y poder» y «la corrupción pública y privada». Los bolivianos sabemos muy bien lo que es vivir en dictadura; debemos, eso sí, cuidar la democracia.