Coca y algo más
Los bloqueos pueden levantarse; pero, la historia de fondo ¿tendrá final?
Cuando se bloquea días y días, al margen de la legitimidad de tal o cual demanda, queda la sensación de que el manifestante pierde el norte y no repara en las consecuencias de su medida de presión. El bloqueo de carreteras o de una simple calle de ciudad deja perjuicios que a esta altura, ya convertido en costumbre nacional, parece haberse instalado en el inconsciente de muchos bolivianos.
La desesperación de familias enteras que sufren el bloqueo es difícil, sino imposible, de medir con números fríos. Los últimos cinco días, dos caminos que conectan La Paz con las provincias yungueñas y poblaciones del Beni y Pando estuvieron cortados; esta situación llegó a provocar aquella desesperación, además, en transportistas, comerciantes y empresarios hoteleros.
A esto se sumó una fuerte subida de precios en los productos básicos de la canasta familiar y una escasez de carburantes.
Más allá de la solución o no del conflicto luego de varias jornadas de diálogo y negociaciones, las exigencias de los cocaleros de los Yungas se mantuvieron hasta último momento a pesar de que el Gobierno accedió a la demanda central de que se anulara el Reglamento 427, que restringía el cupo de venta de 15 a cinco libras de coca.
Este problema específico, que reviste importancia para los afiliados a Adepcoca, tiene un fondo más relevante aún al implicar a todos los bolivianos. Primero, devuelve a la palestra la característica de un país que, como el nuestro, debe lidiar a diario con el estigma que vincula a la planta con el narcotráfico, siendo éste el que con ella produce cocaína. Segundo, la curiosidad de que el sector involucrado, por más que sea de los Yungas, es al que siempre perteneció Evo Morales, es decir, la primera autoridad del Gobierno al que los cocaleros dirigen su protesta.
Esta dualidad, como era de suponerse, puso en dificultades al Presidente en más de una oportunidad. Desde el principio, en la relación Gobierno-cocaleros faltó claridad, y quizá para subsanar esa deficiencia —y seguramente también para frenar las críticas por el incremento del narcotráfico— se buscó elaborar una nueva reglamentación en el comercio de la hoja de coca.
Pero el Mandatario choca de nuevo con su propia gente, que atribuyéndose una dudosa legitimidad se atreve a pedir la renuncia de autoridades… ¿habrá final en esta historia? Los bloqueos pueden levantarse; la historia de fondo, ¿tendrá final?