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Culturas sin agenda

Por décadas, los actores culturales del país lucharon para que Bolivia cuente con un Ministerio de Culturas. Su creación, el 2009, despertó muchas expectativas en el conjunto de la sociedad que sintió que, al fin, un gobierno brindaba la importancia que debe tener el patrimonio y las expresiones artísticas y culturales que nacen en el territorio nacional. Sin embargo, a casi dos años del nacimiento de esta entidad estatal, poco se avanzó en el cumplimiento de las tareas con las que, originalmente, se creó.

La misión prioritaria del ministerio es la elaboración de proyectos que apunten a la creación de políticas culturales de largo aliento que protejan y promocionen el patrimonio boliviano. Esta labor no ha sido cumplida. Más aún, se ha constatado una dejadez en la salvaguarda, por ejemplo, de sitios patrimoniales.

Basta con recorrer los museos de Tiwanaku para constatar el abandono de las autoridades. El mayor atractivo turístico del país —declarado Patrimonio de la Humanidad— desfallece sin que a la fecha se hayan tomado acciones concretas —más allá de las buenas intenciones, algunos trabajos de mantenimiento y proyectos— para su cuidado. La Unesco tuvo que intervenir, preocupada por el estado de conservación del complejo arqueológico. Técnicos de esta organización visitaron en repetidas ocasiones el lugar. Sus conclusiones desnudaron la falta de un plan de manejo del sitio. Pese a las observaciones de la Unesco, a la fecha la situación parece ser la misma. Pareciera que, anteponiendo los intereses políticos que le garanticen el apoyo de las comunidades indígenas de Tiwanaku, el Gobierno cedió a la presión de esta población y dejó en manos del municipio el cuidado casi absoluto del complejo que guarda tesoros invaluables de nuestras culturas.

En ese sentido, tampoco queda claro el nivel de avance del Ministerio de Culturas en la elaboración  del prometido proyecto de Ley del Patrimonio, norma que protegerá el rico acervo boliviano ¿Se hará realidad algún día? Lo que sí fue evidente en este tiempo es que los esfuerzos del capital humano de este ministerio  se dedicaron a gestionar eventos.

Ejemplos sobran: la posesión del Presidente en Tiwanaku, el inicio de las actividades de la Asamblea Constituyente y la celebración por la aprobación de la Nueva Constitución Política del Estado, entre otros, que se organizaron en la gestión de Pablo Groux. Hoy, esta oficina estatal está bajo el mando de Zulma Yugar y, sin embargo, los problemas continúan. En estos casi dos años hemos visitado la oficina de comunicación del ministerio para trabajar temas que deben ser prioritariamente atendidos por este despacho y lamentablemente nos encontramos con la misma respuesta: «Hoy no hay nada en agenda».

Carla A. Hannover Vásquez
es periodista.