Obama mid term
Las previsiones para los comicios del día 2 no parecen alentadoras para los demócratas
El mundo comienza a centrar su mirada en el 2 de noviembre, fecha de las elecciones estadounidenses en las que se renovarán 435 representantes de la Cámara Baja y un tercio (36) del Senado. La importancia de estos comicios radica no sólo en que se desarrollarán en el país más poderoso de todos, sino que de ellos depende la comodidad o la incomodidad con la que deberá convivir el presidente Obama de aquí al final de su mandato.
La apuesta por el primer mandatario negro de la historia de EEUU ha sido grande: sobre Obama se han puesto millones de fichas en el tablero sociopolítico del planeta y no extrañe que una debacle suya adquiriese ribetes de catástrofe, sobre todo entre los movimientos defensores de los derechos humanos (hace unas décadas, nadie podía imaginar que el hijo de una familia afro pudiera llegar a ser Presidente en ese país).
Eso con relación a las elecciones decisorias del 2012, porque demócratas y republicanos se aprestan a dilucidar, el próximo domingo, quién tendrá la mayoría en el Congreso. Y las previsiones no son alentadoras para los primeros, aunque nadie sabe si los segundos serán capaces de arrebatarles a aquéllos su supremacía actual o sólo conseguirían más escaños, sin recuperar el control del Legislativo.
Obama acaba de defender su gestión en un balance que, como ocurre cuando se evalúa sin apasionamientos, tuvo puntos positivos y también negativos. Hace un año, los estadounidenses creían que su país se encaminaba por la dirección correcta después de mucho tiempo. Hoy, la fortaleza que se le endilgaba al Presidente de Estados Unidos, como atributo del hombre-autoridad luego Premio Nobel, ha dado un giro importante. Errático o débil, para algunos; frío o lejano, para otros, la cuestión es que, anticipándose a la previsible derrota del 2 de noviembre, ha comenzado a renovar su equipo de colaboradores en señal de que buscaría reorientar el curso de su gobierno, con la mirada puesta en la conciliación política dentro del nuevo Congreso.
Los cambios a pocos días de las legislativas también se interpretan como un anticipado enfoque en la reelección; peligrosa jugada para alguien que enfrenta críticas por la falta de despegue económico y una agenda de reformas aún no cumplidas.
Esto le generaría una factura que la sociedad democrática norteamericana, apuntalada por la acuciosidad de los medios de comunicación, podría cobrarle y con creces el 2012.