Icono del sitio La Razón

Los artesanos de Don Bosco

Que los jóvenes no se vayan del lugar donde nacieron». Tal el objetivo que mueve a los voluntarios italianos, jóvenes como los que motivan su aporte en Bolivia, para respaldar a la Asociación de Familia de Artesanos Don Bosco.

Y ese deseo se cumple en Escoma y Carabuco, en el altiplano paceño, donde futuros bachilleres que de otra manera seguramente migrarían a las ciudades una vez terminados los años escolares, hallan una razón para construirse un futuro en su propia comunidad.

La carpintería, el tallado en madera, la pintura que hace únicas las piezas que salen de sus manos son secretos que se les va develando en la escuela Don Bosco. A cambio, y mientras aprenden, los muchachos reciben un salario de entre 1.300 y 1.400 bolivianos, además de disponer de un seguro de salud.

Don Bosco, una obra de larga data en el país, y que sigue los pasos del santo italiano que privilegió el trabajo con los jóvenes, más allá de los resultados que consigue en el caso de Escoma y Carabuco, muestra el camino a seguir para evitar el abandono de las comunidades: hay que darles oportunidades a sus muchachos. Éstos van a responder a las exigencias. La prueba está en los muebles de altísima calidad que salen de sus manos.

Lo que resta conseguir es una mayor promoción para que dichas obras —logradas con maderas que salen de bosques certificados del país— sean consumidas en el mercado interno. Todos saldremos ganando.