Siete años
Poco se ha avanzado para juzgar a los acusados por las muertes de octubre del 2003
El sacrificio ha sido mucho y la recompensa parece lejana; encima de todo, la justicia no llega. Más de 60 muertos y 400 heridos le ha costado al país —en rigor, a La Paz y El Alto— el episodio de represión que derivó en las violentas jornadas de octubre y en la postrera caída de Gonzalo Sánchez de Lozada. Desde entonces, poco y nada ha cambiado en la vida de los ‘combatientes’ de la también denominada «Guerra del Gas».
Cada tanto, los familiares de los damnificados realizan verdaderos peregrinajes a Sucre, porque el juicio de responsabilidades se desarrolla en la Corte Suprema, donde suelen desplegar sus pancartas con la inscripción de siempre, a manera de clamor: «Justicia». Eso, desde hace siete años.
¿Cuánto ha avanzado el juicio por los acontecimientos de octubre del 2003? No lo suficiente como para que las víctimas descansen en paz. De un total de 17 acusados, sólo siete se someten actualmente a las diferentes etapas del proceso; los restantes 10, entre ellos Goni y varios de sus ministros, están fuera del país. La defensa espera que hasta diciembre se dicte una sentencia para los dos ex ministros y los cinco ex jefes militares presentes en el juicio.
Si no es amargo el sabor de boca por estos siete años de espera, al menos será agridulce por la sensación que deja saber que los actores principales de aquellos hechos no serán enjuiciados y, por otro lado, entender que el actual Gobierno pudo haber hecho algo más para concretar la extradición de Goni y sus colaboradores. Las disminuidas relaciones que Bolivia mantiene con la administración de Obama, en esto, sin dudas, no han ayudado en nada.
Las perspectivas tampoco son halagüeñas. El presidente Morales se ha mostrado poco optimista y hasta resignado al declarar en días pasados que «ojalá que la justicia boliviana pueda acelerar estos procesos». Además, puso en duda que Estados Unidos llegue a expulsar a Sánchez de Lozada y los ex ministros que viven allí.
En el balance, los alteños podrán haberse anotado una victoria —ante todo simbólica— dándole la primera estocada al capitalismo de Goni y, más tarde, impulsando al socialismo de Evo hacia el Palacio de Gobierno; pero nunca será suficiente mientras no sientan el cambio en sus bolsillos, mientras no sepan que el sacrificio, las vidas perdidas, los días de justicia que con el tiempo se vuelven noches, realmente, han valido la pena.