Cosas de Halloween
La columna sindical - Raquel Otálora. La presentadora entrometida invita a los niños a visitar las divertidas casas o castillos del terror
No es una fiesta nuestra, es foránea, no debes dejar que los niños se disfracen, sentencia mi madre con una mirada inquisidora. Sus nietos la miran y encienden la televisión. La presentadora entrometida tenía que aparecer justo en ese momento y, para colmo, disfrazada de bruja, pero con cara de ángel e invitando a los niños a visitar «las divertidas» casas del terror, los castillos del horror y todo lo que arman las grandes empresas para esta fiesta.
La empresa de hamburguesas Burger King tiene una oferta especial. Mientras que, como siempre, el supermercado Ketal también tendrá sorpresas. Este año entraron a la competencia —perdón, oferta—, los complejos de salas de cine.
¿Me llevas, mamá?, pregunta mi hijo e inmediatamente «mi tirano», con un «porfis mamita» y una sonrisa ingenua, me obliga a decir que sí. La respuesta provoca una serie de críticas y de discusiones.
De repente alguien toca el timbre, pienso que es mi salvación, abro la puerta con premura y encuentro a un hombre de traje, que me dice que es miembro de la Iglesia Católica y me entrega un folleto. Antes de marcharse me recomienda que lea con atención su obsequio. «Halloween es una fiesta diabólica, es del diablo», concluye y me deja con más conflictos.
¿Ves lo que te dije?, mira lo que está escrito, dice triunfante mi madre. ¿Qué dice?, pregunta el niño curioso y su abuela lee el texto. Entonces vienen las mil interrogantes sobre el diablo, los dioses, lo nuestro y lo foráneo, lo bueno y lo malo, lo permitido y no permitido, lo real y lo irreal.
Al día siguiente, mi niño vuelve de la escuela con una nueva versión del origen de la fiesta de Halloween. Mi profesora me ha dicho que hay esa fiesta porque en esa fecha se mató a varios niños. ¿Eso es verdad?
Las preguntas son muchas, las respuestas diversas. Lo más complicado es hacer entender a mi madre, que nació en los años 40, que Todos Santos es la fiesta cristianizada de Halloween, y a mi hijo, que llegó en este siglo, que en tiempos remotos había un pueblo celta que celebraba su halloween de un modo distinto al que se concibe ahora.
En fin, mi madre comienza los preparativos para recibir a los espíritus de sus muertos amados y con ayuda de mi hijo hacen todo tipo de figuras y ponen caritas a sus muñecos de masa de pan.
El pequeño termina su labor y se pone su disfraz de diablito que este año estrenará, busca una calabaza grande para recibir dulces y chocolates, mientras escoge para mí el mejor disfraz de bruja y me arrastra para que me apure y así encontrar a sus amigos que lo esperan en una de las cuevas del terror.
Raquel Otálora
es periodista.