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Lecturas juveniles

Sorprendente. Cuahtémoc Sánchez es el autor omnipresente en las aulas de colegio. Sea porque los jóvenes lo piden, sea porque los profesores lo consideran esencial para la formación de sus alumnos, el mexicano de la autoayuda casi tiene un monopolio en La Paz.

Frente a él, premios Nobel como García Márquez y Vargas Llosa —para citar a los más cercanos— o los premios nacionales de Novela —¿algún profesor los conoce?— se quedan en el más deprimente olvido. Ni para qué preocuparse, como ha hecho recientemente una autoridad, por Raza de bronce o La niña de sus ojos… los maestros los sugieren también, pero esos clásicos bolivianos salen perdiendo frente al arrastre de Sánchez.

Bien lo dice Raquel Montenegro, ex directora de la carrera de Literatura de la UMSA y docente de colegio por largos años: hay grandes problemas pendientes: primero, que no hay un programa estructurado, capaz de señalar las directrices de qué debe leer una persona en formación —un colegial— y para qué; segundo, el estudiante, por lo general, no entiende lo que lee, así que, se rinden los profesores, para qué ponerles en figurillas, mejor la autoayuda y ¡misión cumplida!

El tema es harto preocupante. Si en la escuela no se ayuda a un niño, a un joven, a apreciar los buenos libros, se le está mintiendo a la familia y, por ende, a la sociedad boliviana acerca de la educación que se imparte en el aula.