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Larissa y su cuerpo

Provoca cierta incomodidad publicar la imagen de una bella mujer en la portada de un diario, no porque lo exhiba con el entusiasmo de quien se sabe dotada de belleza, o porque haya hecho de éste su instrumento de trabajo, cosa indiscutiblemente legítima, sino porque pone una vez más en evidencia el uso del cuerpo femenino como objeto promocional.

Esta vez es el caso de la modelo paraguaya Larissa Riquelme, famosa por el entusiasmo con el que, literalmente, puso el cuerpo para apoyar a la selección de fútbol de su país durante la copa del mundo y obtuvo a cambio la atención de los medios de comunicación en muchos países, con su consiguiente estela de publicidad, y que estos días ha visitado Bolivia en su calidad de «imagen» de una empresa de telecomunicaciones.

Así, la bella Larissa o más bien, el bello cuerpo adosado al nombre de la también actriz, ha sido por unas horas en persona en la Manzana 1 de Santa Cruz de la Sierra, y seguramente durante varios meses en fotografías reproducidas en todo soporte, la «imagen» de una marca. Su belleza, piensan quienes la auspician, servirá para reclamar nuestra atención.

Bien por Larissa, quien tiene más que un buen pasar gracias a su bella figura, y a las y los muchos que quieren hacernos creer que mostrando el cuerpo de una mujer se puede vender cualquier cosa.