Licencias de conducir
Una forma de mostrar, de lucir, los trapos sucios fuera de casa es ésta de enviar documentos falsos a España con la esperanza de que pasen, como pasan aquí, y ese país les conceda a los migrantes licencias de conducir.
Una forma de mostrar, de lucir, los trapos sucios fuera de casa es ésta de enviar documentos falsos a España con la esperanza de que pasen, como pasan aquí, y ese país les conceda a los migrantes licencias de conducir.
Pues no. Nada de licencia si el origen de los trámites es ilegal, han dicho las autoridades españolas. Con lo que no sólo se perjudica a una o unas cuantas personas, sino que se pone en riesgo todo un convenio para facilitar a los compatriotas la licencia en el extranjero.
Fuera de ese muy probable daño, está el que ya se está infiriendo a la imagen de Bolivia: ‘un país cuya Policía permite irregularidades de ese tamaño’, estarán pensando los colegas europeos. Si sus policías no se inmutan al enviar papeles falsos al extranjero, cómo será a nivel interno, deben colegir. Y, no se dice en voz alta, por eso de la diplomacia, pero la palabra corrupción debe estar presente.
El de las licencias de conducir es un terreno sembrado de dudas. No es un secreto que hay muchos, demasiados, conductores del servicio público trabajando sin el permiso respectivo. Las batidas nocturnas lo ponen en evidencia. Y, mientras unos, los que quieren hacer el trámite legalmente, deben enfrentar toda una burocracia, otros aparecen con el documento misteriosamente. He aquí un gran tema pendiente.