Aires navideños
Este mes resulta propicio para la reconciliación del Gobierno con la Iglesia y la prensa

La exorbitancia es una de las características de la Navidad de estos tiempos y, en innegable desproporción, la pobreza latente en cada esquina donde los precios se disparan como en ninguna otra época del año. La lógica casi excluyente de comprar y vender está instalada en las sociedades, aun en la nuestra que lleva la marca de la necesidad en las dos terceras partes de la población.
La carga psicológica de la publicidad no es la única que soporta el boliviano, como reflejo del mundo globalizado y su indefectible mercantilismo. Junto con la calculadora y los números, que no siempre cierran en el doméstico balance de la economía familiar, se agolpa el peso de la política nuestra de cada día, para bien y para mal. Entonces, la inflación y el desequilibrio de precios de los productos de la canasta básica influyen no sólo para que el ama de casa no alcance a cubrir el mantel especialmente guardado para la ocasión, sino que, además, llegan sazonados con la mezquindad del político que no desaprovecha coyuntura, por más Navidad que fuera, para sacar una redituable ventaja.
Los preparativos para una festividad tradicional como ésta acaban así contaminados por factores extraños a su esencia, pero que, en definitiva, con los años, se han vuelto indisolubles de ella. ¿O quién, en esta desenfrenada era de la información, puede estar ajeno a las disputas de turno que se canalizan por los medios de comunicación? Ahí se cuentan los golpes de efecto: el ajetreo de leyes que, a tranco acelerado, pasan de un ambiente del Congreso a otro para alcanzar la forma de regalo navideño; las inauguraciones de obras que fueron reservadas para cerrar el año con broche de oro; las medidas macroeconómicas que forzosamente generan respuestas discrepantes; los destapes de hechos de corrupción y, como si esto no bastara, de archivos ultrasecretos de WikiLeaks.
La Navidad, como el Año Nuevo, invita a la reflexión. El último mes del año en que Evo Morales inició su segundo periodo como Presidente será motivo de análisis a nivel de Gobierno y resulta momento propicio para la reconciliación con sectores como la Iglesia Católica y la prensa nacional. Bajo el influjo espiritual de la fiesta religiosa o simplemente del recogimiento interior, llega la hora de los balances, también, a nivel personal… con la recóndita esperanza de que el próximo año sea mejor que el 2010 que se va.