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Sin empleo fijo

Según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), en el segundo semestre del año se ha contado 137 mil desocupados. Es decir, al menos 137 mil historias de incertidumbre respecto del presente.

La mayor parte de esos desocupados (53%) tiene el rostro femenino. Muchas de las mujeres optan por el oficio de lavar ropa, el que no ofrece ninguna perspectiva ni seguridad. Basta ver a las señoras paradas en una esquina de la avenida Camacho, a la espera de que llegue algún cliente. Como cuenta Rosa (nombre ficticio), en un reportaje de La Razón, la precariedad de esta actividad es total: no sólo no hay ingreso fijo, tampoco hay servicio de salud ni seguro para el futuro.

Si se enferman, algo casi inevitable cuando se pasan los días fregando ropa, en frío o calor, la desgracia de la pobreza cae con mayor rigor.

La falta de estudios obliga a personas como Rosa a vivir así. Pero tampoco un título suele ser una solución. Gente joven, con estudios universitarios, se ve obligada a recorrer las calles a diario en busca de un empleo… sin encontrarlo, al menos no con un salario digno.