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Esfuerzos que rinden frutos

En estos dos últimos meses, otras actividades fuera de las escolares suelen culminar sus periodos de aprendizaje y /o entrenamiento. Es el caso de aquellos centros e instituciones que ofrecen formación a niños y jóvenes en alguna manifestación artística, deportiva y otros.

Por los resultados que se advierten durante todo el año —a partir de excelentes presentaciones, conciertos, competencias o demostraciones—, se hace necesario un merecido reconocimiento, primero, a todos esos padres y madres que a su ajetreada vida laboral y familiar, adicionan la tarea de apoyar e impulsar a sus hijos a cultivar sus destrezas.  

En segunda instancia, cabe una cerrada ovación para esos niños y jóvenes que, robándole tiempo a sus deberes escolares y juegos, se preparan en aquella actividad que les apasiona. Y es que cuando la meta es destacarse o lograr un dominio apreciable, por ejemplo, al tocar un instrumento, danzar un tipo de música, realizar un deporte, actuar en una obra o hablar otro idioma, la disciplina y la continuidad sin duda son la clave.

El hecho es que para alentar a la niñez hacia las artes o el deporte, tanto padres como hijos deben sortear una serie de obstáculos que van desde lo económico hasta lo logístico. Así, en principio, la cuestión del financiamiento resulta una limitante para muchos niños y jóvenes cuyos progenitores no pueden costearles un curso de esa índole.

No menos problemática, en el caso de los niños, es la cuestión organizacional, en la que los papás tropiezan con el problema del transporte y recojo de sus hijos de sus clases especiales. En esta situación, algunos abuelos se convierten en piezas clave a la hora de colaborar a sus nietos en ese trajín.

Por otra parte, el tema de los deberes escolares también conflictúa a aquellos adolescentes que buscan de-sarrollar un arte o un deporte, ya que la recargada cantidad de trabajos que les dan en algunos colegios se los impide. De ahí que, sin desmerecer el reforzamiento fuera del aula que exige la educación formal, muchos padres de familia cuestionan el hecho de que se sature a los estudiantes sin darles tiempo para dejar fluir su talento en otras actividades.

Los esfuerzos para cultivar e incentivar en la niñez y la juventud las distintas manifestaciones artísticas o deportivas deben ser incansables, pues es evidente que la vida sedentaria      —alentada principalmente por la televisión y la internet— no puede ser la respuesta frustrante a aquellos seres que desbordan energía. 

Por ello, a todos los padres que desde siempre y con esfuerzo encaminan el sueño de sus vástagos en el canto, la danza, el teatro, la pintura, los idiomas, los deportes u otras actividades, sólo queda decirles ¡adelante!

María Luisa Quenallata
es correctora de La Razón.