Violencia sexual
Aquí se necesita firmeza para tener una Justicia que haga justicia con mujeres y niños
El tema tiene múltiples aristas que los entendidos aconsejan no descuidar para abordarlo de una manera integral. Con características estructurales, caben en él los aspectos cultural, sociológico, jurídico y antropológico, según la visión autorizada de un grupo de reconocidas investigadoras que hace algunos años publicaron el libro Rompiendo silencios: una aproximación a la violencia sexual y al maltrato infantil en Bolivia, gracias al apoyo de la Coordinadora de la Mujer, el Defensor del Pueblo, Unicef, la Embajada Real de Dinamarca y la Unión Europea.
Allí se habla, por ejemplo, de la violencia como mecanismo de regulación del comportamiento, estando éste influido por una sociedad todavía patriarcal y discriminatoria. Y, en ese marco, las principales víctimas son las niñas y los niños. Luego, las mujeres.
Vale preguntarse, como lo hacen Pamela Calla, Rossana Barragán, Cecilia Salazar de la Torre, Teresa Arteaga y Carmen Soliz en su libro, cuál es el papel que están desempeñando la escuela, la justicia, la familia y la comunidad en la protección y garantía de los derechos humanos. Sin duda, hay un vacío, y hasta una desconexión entre estas entidades, que deja abierta las puertas a la violencia y, dentro de ésta, a la más aberrante de todas: la violación.
El caso del ex alcalde Fidel Herrera toca a la sensibilidad de todos no sólo porque se trata de un personaje público, sino por las características de la denuncia presentada por su propia hija, a quien la ex autoridad sucrense habría abusado durante años. Herrera se encuentra en la cárcel y pidió un juicio abreviado luego de reconocer su culpabilidad. La Comisión de DDHH de la Cámara de Diputados tiene una posición contraria a esa solicitud; por último, se ha pronunciado a favor de que el Ministerio Público consulte a la víctima para ver si acepta o no el pedido de Herrera.
Más allá de lo que indique la ley, en el estricto Derecho, se abre un debate sobre el castigo que, a consideración de la víctima y de sus Derechos Humanos, deben recibir los violadores. Este delito es muy grave por las secuelas que deja en sus víctimas, tales como embarazos y traumas; pero además desnuda el abuso de poder del abusador y la evidencia de que el enemigo está dentro de casa, muy rara vez en las calles. Basta de hipocresías, de tabúes y negaciones inconcebibles. Aquí se necesita firmeza para tener una Justicia que haga justicia con las mujeres, niños y niñas.