Sucre, a la deriva
Si sorprende la ineptitud del MAS, también la actitud de la oposición
La cosa está que arde: A la alcaldesa sustituida Verónica Berríos (MAS) sus detractores, que pertenecen a su mismo partido, le reclamaron una supuesta falta de coordinación, a lo cual ella respondió que lo que en realidad faltó es «repartija de pegas». Una grave denuncia que pinta de cuerpo entero la situación del MAS en Sucre: hay división, pese a que el Gobierno se niegue a reconocerlo y prefiera reducir aquello a simples «pugnas».
La inestabilidad, en los últimos tiempos, ha hecho que pasen tres alcaldes en apenas seis meses, como parte de un juego político irresponsable que algunos analistas han comparado con el pasanaku. Pero la crisis institucional en Sucre tiene una historia más larga y data de finales de los años 80. Los memoriosos recuerdan cómo el ex alcalde Omar Montalvo (MBL), en 1987, fue de los últimos en completar su gestión edil.
De la memoria reciente se puede hablar de cuatro alcaldes, Fidel Herrera, Aydée Nava, Jaime Barrón y Verónica Berríos, que no concluyeron sus mandatos; cuatro fotografías distintas que configuran una sola realidad: la ingobernabilidad traducida en postergación. El tren del desarrollo nunca se detiene en la otrora pintoresca y ahora descuidada ex estación Aniceto Arce; sigue de largo, probablemente, hacia ninguna parte. Si en Sucre se preguntara al voleo qué recuerdan de trabajo eficiente en la Alcaldía, la respuesta sería obvia: las flores de Nava en las plazas y parques. Apenas eso, cuando se tienen graves problemas como, por ejemplo, la congestión vehicular en el centro y en la zona del Mercado Campesino.
Si sorprende la ineptitud del MAS, también la actitud de la oposición que, lejos de aportar con ideas, se sumó al caos sirviendo de escalera al reemplazante de Berríos; y aprovecha ahora la coyuntura para resucitar a cadáveres políticos. Lo que sucede allá es lamentable. Se cuestiona la legalidad de la elección del nuevo alcalde interino José Santos, quien reemplaza a una alcaldesa interina (Berríos) cuya legalidad, desde la salida del alcalde electo (Barrón), estuvo siempre en entredicho. Todo un embrollo y una falta de respeto que podría acabar sólo con la convocatoria a elecciones, algo que todavía se ve lejano. Urge devolver a la población la certidumbre, no sólo para terminar con la anarquía y el desgobierno originado en pugnas internas, sino principalmente para comenzar a trabajar por la solución a los problemas más acuciantes de los capitalinos.