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Matriz energética

El Ministerio de Hidrocarburos y Energía considera que el cambio de matriz energética es crucial para la economía nacional, y por eso figura entre sus metas centrales para este año. Si lo consigue, sería un logro sin parangón en este rubro, pues acabaría con la injustificada demora de un proyecto de imperiosa ejecución.

La emergencia coyuntural, marcada por la necesidad de terminar con la subvención de la gasolina y el diesel que el país importa, el interés en fomentar la inversión pública y privada para la producción de petróleo y, en lo inmediato, la preocupación gubernamental por reducir los costos operativos del transporte público, obliga a tomar cartas en el asunto. La paciente espera de la población tiene un límite y llega la hora de dar una señal de seriedad en esto que se viene postergando desde hace años.

El deseo de pasar de la gasolina y el diésel al gas natural vehicular se fundamenta en las valiosas razones de menor costo, mayor eficiencia y menor impacto socioambiental. Conviene reconocer que se trata de una apuesta a largo plazo; si se quiere evitar el alza de los pasajes que tanto reclaman los choferes, el Gobierno tendrá que apelar a otros métodos de convencimiento, porque difícilmente cambiará la matriz energética antes de que la ansiedad mate al transporte público.

Es clave y hasta lógico que, teniendo gas natural al punto de exportarlo, se lo utilice para revertir la importación del combustible subvencionado. Esto implicaría extender la red de conexión de gas natural domiciliario y desarrollar una verdadera industria de conversión de motores a GNV, con más estaciones de servicio expendedoras de gas. Mientras, el GLP continúa floreándose a las espaldas de los pasajeros de cientos de taxis en el país.

La tensión social va en aumento por la dificultad para conseguir alimentos de primera necesidad y por el continuo incremento de los precios de los productos de la canasta familiar. Si se van a tomar acciones primordiales que vienen demoradas por la ineficiencia estatal, que se lo haga de una vez; esto no traerá rédito político inmediato pero, a la larga, mejorará la economía y redundará en el bienestar de la población.

Es un error pensar únicamente en la solución circunstancial de los conflictos de la Bolivia de hoy, descuidando la responsabilidad de atacar el fondo de los problemas de la Bolivia del mañana.