15 de enero
No sólo es posible soñar con un país más justo, es también posible intentarlo
Fue en 1981, en pleno terror de la dictadura de Luis García Meza, cuando un grupo de dirigentes del Movimiento de Izquierda Revolucionaria, reunidos en una casa de la calle Harrington, fueron acribillados por un grupo de soldados y paramilitares, creando con esta inhumana acción un emblema para la democracia boliviana de hoy.
Hoy recordamos a Artemio Camargo, José Reyes Carvajal, Luis Suárez, Arcil Menacho, Jorge Baldivieso, Ricardo Navarro, Gonzalo Barrón y Ramiro Velasco; hoy ellos vuelven en el recuerdo, para reafirmar los valores que dan sustento a la democracia, no a un partido ni a un movimiento, sino a una forma de vida y un ideal de un país en el que quepan todas y todos con dignidad y con equidad.
No podemos imaginar la democracia actual sin actos como la reunión, secreta y subversiva, de esos líderes de la izquierda boliviana, pues fue su entrega, su ejemplo de dar la vida por sus ideales, la que mantuvo viva la llama de la libertad, que volvió al país un año y medio después, tras largas luchas y mucho dolor y sangre. El sacrificio de estos hombres es, pues, alimento de la democracia reconquistada en 1982 y raíz vital del proceso de cambio boliviano; no en vano los nombró en su discurso inaugural el entonces flamante presidente Evo Morales el 22 de enero del 2006.
Y, sin embargo, su recuerdo también es la medida con la que podemos observar lo mucho que hay que construir todavía, lo brutal que puede ser la resistencia a la transformación radical de la sociedad, lo duro que es el camino de la justicia para todos.
Los políticos, los activistas, los ciudadanos comunes deben recoger con humildad el mensaje que dejaron estos héroes de la democracia: no sólo es posible soñar con un mundo mejor, con un país más justo, es también posible intentarlo, tantas veces como sea posible, sin ceder a los intereses mezquinos y, sobre todo, sin temor a perder la vida en el intento.
Hoy la ausencia de estos ocho, y de cientos más que la larga noche de la dictadura le arrebató al país, nos duele porque nos recuerda que lo mejor de una generación desapareció bajo la bota militar. Pero también nos da esperanza, pues la lucha de esos hombres hace 30 años hoy es más que una promesa.
Por eso son importantes estas fechas, porque al honrar la memoria de estos hombres, muchas y muchos reafirman su compromiso cotidiano de transformar el recuerdo en actitud.