Icono del sitio La Razón

Blanco Loco

Lo primero que sorprende de Juan Carlos Blanco es su acento boliviano. Acento del occidente del país. Y si sorprende es porque hace 16 años que este joven de 29 vive en Buenos Aires (Argentina).

Explica que de ninguna manera él está dispuesto a dejarse absorber por algo que no siente como propio. Ni él ni varios otros migrantes que, a diferencia de muchos de los que se fueron antes, apelaban a mimetizarse para no ser discriminados, para sentirse más y no menos por su origen.

Juan Carlos hace hip hop y este género musical le sirve para expresar sus sentimientos, para explicar por qué es importante no dejar de ser bolivianos. Es un tema de autoestima, de consciencia del propio valor que no se pierde lejos de la patria.

Este hiphopero sabe quién es. Y está orgulloso de ello. Trabaja, muy duro, y esto le hace sentirse más importante aún. Su música lo afirma.

Hace unos días, Juan Carlos Blanco, el hombre que tiene un escudo boliviano tatuado en la espalda, estuvo en La Paz. Como reporta la revista Escape de hoy, buscó a sus pares en El Alto. Algo importante está pasando con las nuevas generaciones si, como Blanco Loco —su nombre artístico— tienen claro eso del lugar de donde vienen y en el que pretender afirmarse.