Capitales golondrina
Un tipo de cambio fijo representa un escollo para evitar a los capitales especulativos
El colosal desbalance comercial de la economía estadounidense, acostumbrada a importar mucho y exportar poco, ha derivado en un déficit insostenible que ya suma los $us 660 mil millones. Entre las principales opciones que se barajan para reducirlo, se encuentra la reducción del valor del dólar en relación con el resto de las divisas; y así poder contrarrestar el avance de la economía china, cuya moneda (yuan) se mantiene devaluada con el propósito de abaratar sus exportaciones.
Los trabajadores norteamericanos y los millones de migrantes que viven en EEUU serán los primeros en sentir las repercusiones de esta medida. Cada dólar en sus bolsillos valdrá menos, y su nivel de vida experimentará un fuerte ajuste. En América Latina, la capacidad de compra de los países que optaron por la dolarización (Salvador, Ecuador, Panamá) también experimentará una significativa reducción.
Este exceso de dólares, sumado a la persistencia de una tasa de interés nula en los principales países industrializados, está desencadenando otro efecto en la región: la llegada de un inmenso flujo de capitales de corto plazo en busca de lugares atractivos para invertirse. Como en América Latina las tasas actualmente son más atractivas, estos capitales están siendo colocados en títulos e inversiones de portafolio (especialmente en Brasil, Chile y Argentina). Un primer efecto es la presión sobre las monedas locales, que conduce a su apreciación, en perjuicio de las exportaciones. Un porcentaje de estos recursos especulativos también se dirige a los bienes inmuebles, fenómeno especulativo denominado «burbuja inmobiliaria»; es decir, un incremento excesivo e injustificado del valor de los inmuebles por encima del aumento en los precios. Burbuja que al reventar afecta a toda la estructura financiera.
En este sentido, los países de la región han decidido implementar medidas para poner freno a estos capitales golondrina, que vienen y se van súbitamente, drenando la economía. No obstante, en Bolivia, el tipo de cambio fijo que actualmente se maneja representa un escollo para evitar estos efectos especulativos, por cuanto genera un mercado financiero segmentado que impide determinar con precisión el nivel cambiario que podría equilibrar la oferta y la demanda, ser favorable para las finanzas del Estado o para la exportación. Puede que ésta sea la oportunidad para migrar a un tipo de cambio flexible, que permita ajustes en el sector real de la economía y proporcione mayor información.