Cementerio saturado
Qué costumbre tan salvaje esta de enterrar a los muertos!", reza el primero de los versos de un poema de Jaime Sabines, en alusión a la costumbre (criminal) de aprisionar los restos humanos bajo tierra.
Qué costumbre tan salvaje esta de enterrar a los muertos!», reza el primero de los versos de un poema de Jaime Sabines, en alusión a la costumbre (criminal) de aprisionar los restos humanos bajo tierra. Al final, Sabines se pregunta: «¿por qué no lo dejaron fuera hasta secarse, hasta que nos hablaran sus huesos de su muerte? ¿O por qué no quemarlo, o darlo a los animales, o tirarlos a un río?». Estas preguntas son sin duda significativas en una realidad ficticia hecha de palabras. Cabe preguntarse sobre su connotación en el mundo paceño «real», ya que estas interrogantes, probablemente, van a tener que ser puestas seriamente en consideración a partir del próximo año.
En efecto, el Cementerio General se encuentra abarrotado. Diariamente su disponibilidad oscila entre 8 y 10 nichos; sin embargo, en promedio, recibe 15 muertos. Para solucionar esta diferencia, el personal realiza rastrillajes todos los días en busca de nichos cuyas familias no están al día o no han cancelado el derecho por el uso de sepulcros de cuerpo mayor. Una solución temporal que pronto dejará de serlo. Entonces, no se necesita ser un genio para conocer el resultado: un dilema de vida o muerte; y es que una vez que el campo santo se sature, literalmente, «ya no habrá dónde enterrar a los muertos», situación que implicará un riesgo sanitario de graves consecuencias.