Diversificar el deporte
En el país, el fútbol goza de gran afición entre propios y extraños, con el presidente Morales a la cabeza. Este apoyo se traduce en campos deportivos acondicionados para su desarrollo y la organización de campeonatos a nivel profesional y amateur por todo el país.
En el país, el fútbol goza de gran afición entre propios y extraños, con el presidente Morales a la cabeza. Este apoyo se traduce en campos deportivos acondicionados para su desarrollo y la organización de campeonatos a nivel profesional y amateur por todo el país.
No sucede lo mismo con el resto de las disciplinas, que se mantienen a flote, en gran medida, gracias a la pasión de sus (pocos) seguidores. El caso del voleibol puede resultar aleccionador. A mediados de los 90, este deporte experimentó un boom (¿por el pequeño y ajustado atuendo de las jugadoras?) que impulsó la creación de una Liga de voleibol en 1997. Empero, quedaron atrás las noches cuando el coliseo Julio Borelli era abarrotado por el público. Este decaimiento se explica por la falta de incentivos para la formación de nuevos valores y de infraestructura, carencia corriente en la mayoría de las disciplinas deportivas.
Los deportes constituyen una de las mejores opciones para canalizar el tiempo y la energía que siempre les sobra a los niños, adolescentes y jóvenes; impidiendo su incursión en el mundo de las drogas y la violencia. Además de incentivar una vida saludable y equilibrada, también constituyen una oportunidad profesional y un puente (becas de por medio) para otros ámbitos académicos. Por ello, el Estado debería diversificar su apoyo más allá de una sola disciplina.