La mala educación
Días atrás se supo de un nuevo caso de abuso en contra de una joven cebra de 21 años que, dentro del disfraz que caracteriza al animal que da su nombre a la señal que indica el espacio reservado para el paso de peatones, educa a conductores y peatones en materia de comportamiento y seguridad vial.
Días atrás se supo de un nuevo caso de abuso en contra de una joven cebra de 21 años que, dentro del disfraz que caracteriza al animal que da su nombre a la señal que indica el espacio reservado para el paso de peatones, educa a conductores y peatones en materia de comportamiento y seguridad vial.
La joven ejecutaba su trabajo cotidiano cuando el conductor de un taxi, seguramente sintiéndose importunado por quien llama la atención de los que no respetan las normas, intentó pasar sin precaución, pisándole el talón. No conforme con el doloroso daño causado, el abusivo chofer se dio a la fuga y nadie fue capaz de anotar el número de placa de su vehículo.
No es la primera vez que un joven-cebra es víctima de la impaciencia y mala actitud de un conductor; tampoco es la primera vez que el agresor es el chofer de un vehículo de transporte público, es más, lo habitual es que los abusos en las calles provengan de miembros de este gremio. He aquí, pues, una nueva confirmación de la importancia del programa de educación vial protagonizado por las y los jóvenes-cebra, ya que está demostrado que sin su aporte la mayoría de los conductores, particularmente los del transporte público, harían valer únicamente la ley de la selva.