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Madre Tierra

Al reconocer la importancia de conservar el planeta a través de salvarlo de los efectos contaminantes del desarrollo industrial contemporáneo, la ONU aboga por alcanzar «un justo equilibrio entre las necesidades económicas, sociales y ambientales de las generaciones presentes y futuras». Esta posición ha posibilitado que Bolivia logre iniciar en el seno de la Asamblea General el debate sobre los derechos de la Madre Tierra, asunto que un panel de expertos debatió el miércoles último.

Las ideas expuestas en el debate, en el que intervinieron especialistas  de EEUU, India, Francia y Suiza, servirán de base para el proceso de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Desarrollo Sostenible que se celebrará en Río de Janeiro entre el 4 y 6 junio del 2012, en la que Bolivia nuevamente abogará por defender a la Tierra de los excesos humanos, posición que quedó solitaria a la hora de los votos en la última cumbre climática en Cancún, donde se impuso una racionalidad realista y pragmática.

La declaración que Bolivia impulsa en el seno de la ONU propone reconocer al planeta Tierra los derechos a la existencia; a la reproducción del ciclo de la vida; a no sufrir modificaciones genéticas de las plantas que en ella crecen; a gozar de agua y aire completamente puros; y el derecho, concomitante con el anterior, a librarse de la aplicación de cualquier agente de contaminación. Al argumentar su posición, el Embajador boliviano ante la ONU se preguntaba el miércoles ¿Por qué sólo debemos respetar las leyes de los seres humanos y no las leyes de la naturaleza? ¿Por qué es sólo criminal el que mata al prójimo y no el que extingue una especie o contamina todo un río?

Coincidiendo con la agenda de la Asamblea General de la ONU, donde la Subsecretaria General de la Organización abogó por que los países abracen un modelo económico más respetuoso con el medio ambiente, en Bolivia se realizaron ese mismo día diversos actos de celebración del Día de la Madre Tierra. El Canciller insistió durante el acto central en la necesidad de «un retorno al equilibrio, una vida armónica no sólo entre las personas sino entre el hombre y la naturaleza».

Hay, pues, detrás de ese discurso, despectivamente calificado como pachamamista, una apreciación cabal de las amenazas que se ciernen sobre el planeta y una agenda de futuro, cuyo principal reto está en ser capaces de pasar de las palabras a la acción.

Es posible.