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Ahorro boliviano

Las primeras reacciones a la invitación presidencial a debatir el destino de $us 2.000 millones, «para producir, para industrias estatales» han sido de economistas que aseguran que las RIN no pueden ser empleadas, pues son una suerte de ahorro que sólo puede ser empleado en el extranjero. Políticos de oposición coincidieron con ese discurso.

Otra interpretación asegura que el Estado puede emplear al menos $us 3.000 millones de las RIN, pues están disponibles para el uso que el Gobierno quiera darles.

En todo caso, el Mandatario ha logrado replantear un debate que ya se había anunciado durante los días de conflicto con la COB respecto del uso que pueden tener las publicitadas reservas internacionales del país. Es también una respuesta a la pregunta de por qué si el país tiene una economía boyante no se observa más y mejor inversión y gasto públicos.

Si hasta hace unos días en coincidencia de dirigentes sindicales y políticos opositores se hablaba de la posibilidad de emplear esos recursos en incrementar los salarios de pocos sectores de la población asalariada, hoy se pretende instalar un debate sobre cómo invertir ese dinero. Las autoridades han aclarado que la convocatoria presidencial a debatir «en toda Bolivia» no implica la realización de un referéndum, sino el uso de modos dialógicos de consulta con la sociedad civil. El Primer Mandatario ha propuesto, de inicio, la posibilidad de instalar fábricas estatales; corresponderá, entonces, que en las distintas regiones se valore las potencialidades productivas locales y se hagan propuestas en función de esas vocaciones, evitando la tentación de proponer iniciativas orientadas a satisfacer intereses distintos del desarrollo económi- co y la generación de empleo y oportunidades.

Seguramente no será fácil conducir apropiadamente el proceso de debate y consulta pública, tomando en cuenta la existencia de sectores que por definición rechazan toda iniciativa gubernamental. Menos fácil  será administrar apropiadamente los recursos que habilitará la futura ley sobre la materia, no sólo generando proyectos sino, fundamentalmente, materializándolos de modo eficiente.

Estamos, pues, ante una oportunidad que puede ser histórica, pero sólo en la medida que sea posible trascender de la esfera del debate ideológico y la simple provocación política para pasar a la propuesta y su ejecución.