Medio ambiente
Hoy se recuerda el Día Mundial del Medio Ambiente. No hay mucho que celebrar, pero sí mucho por hacer. En Bolivia, a pesar de las cumbres, leyes y demás foros a favor de la Madre Tierra, los problemas de erosión y degradación de los suelos, contaminación, la pérdida de la cobertura vegetal, lejos de disminuir, se incrementan a medida que pasan los años.
Hoy se recuerda el Día Mundial del Medio Ambiente. No hay mucho que celebrar, pero sí mucho por hacer. En Bolivia, a pesar de las cumbres, leyes y demás foros a favor de la Madre Tierra, los problemas de erosión y degradación de los suelos, contaminación, la pérdida de la cobertura vegetal, lejos de disminuir, se incrementan a medida que pasan los años.
En efecto, la economía del país sigue sosteniéndose gracias a la explotación de los recursos naturales (madera, minerales, hidrocarburos, etcétera), pero de manera irresponsable y sin el compromiso necesario de minimizar los impactos que estas actividades ejercen sobre el entorno. Y lo mismo sucede con las industrias privadas y estatales que se instalan y operan en el territorio nacional, asumiendo como recursos inagotables la disponibilidad de agua dulce, la energía fósil barata y los servicios ambientales que producen continuamente los ecosistemas (funciones de absorción y dilución de contaminantes, mantenimiento de la composición de la atmósfera, control de inundaciones, flujo de energía, entre otros).
A raíz de esta visión, los esfuerzos del aparato productivo se han concentrado exclusivamente en potenciar los recursos humanos (que son lo más importante de cualquier institución) y en expandir el capital físico, con la compra de nuevos equipos, infraestructura o tecnología; lo que hasta ahora ha garantizado el crecimiento y el desarrollo de muchas empresas y sectores de la sociedad; empero, esta visión de la economía, sin ser errónea, es incompleta y sobre todo riesgosa.
Cuando un organismo muere, la biosfera recupera su sustancia y la reinserta en la naturaleza, a través de procesos evolutivos de reciclaje. Este ciclo ha permitido mantener el valor de los recursos naturales sin perder su calidad ni desempeño. Empero, como resultado de las actividades productivas modernas, los servicios ambientales ya no pueden restituir la pérdida de los recursos a la misma velocidad con la que se pierden, fenómeno conocido como pérdida del capital natural. Y esto sucede en todo el mundo. Estudios recientes calculan que el planeta requiere 16 meses para regenerar los recursos que la humanidad derrocha en un año, es decir, que estamos atentando contra el bienestar de las futuras generaciones.
Y esta tendencia continuará a menos que la gente cambie de mentalidad en relación al cuidado del medio ambiente, y los discursos se lleven de una vez a la práctica. Por el bienestar de las actuales y futuras generaciones, de nuestro territorio y del planeta, debemos empezar a valorar y a cuidar efectivamente la naturaleza; y eso pasa por invertir en educación y por construir instituciones independientes que preserven y administren adecuadamente nuestras áreas protegidas, bosques y medio ambiente; garantizando el respeto a las restricciones y criterios impuestos por la legislación medioambiental.