Mar y OEA
El momento, pues, pone a Chile en la situación de renovar su tradicional discurso
En efecto, el solo hecho de que el reclamo de una salida al mar fuese parte de la agenda significa que el organismo reconoce la dimensión continental del diferendo. Además, por primera vez, un Canciller boliviano abandonó la tradicional postura de guardar una innecesaria reserva respecto del contenido de las conversaciones bilaterales y repasó sistemáticamente los momentos en que ambos Estados buscaron una solución y que fracasaron, debido a una secular postura chilena de rechazar las aspiraciones bolivianas calificándolas de inviables.
Pero aún más importante fue el hecho de que el Ministro de Relaciones Exteriores demandó a Chile continuar en el proceso de diálogo iniciado con la agenda de los 13 puntos, pero discutir ya no las aspiraciones bolivianas y las buenas intenciones chilenas, sino una «propuesta escrita, concreta, factible», que el vecino Estado se rehúsa a entregar.
La respuesta del Canciller de Chile fue, nuevamente, una exhortación a seguir negociando, pero, contradictoriamente, señalando con claridad los límites antes que la agenda de posibilidades, agregando en esta ocasión que la vía de acudir a la justicia internacional es excluyente de la del diálogo bilateral.
La nutrida lista de oradores que deseaban manifestar la posición de sus respectivos Estados es otro indicador de la importancia que tiene el tema para los miembros de la OEA, y el hecho de que todos ellos hubiesen reclamado no solo que Bolivia y Chile sigan discutiendo la centenaria demanda, sino sobre todo que sean capaces de hallar una solución, se inscribe como la prueba de que sí es posible aspirar a un apoyo regional sin que esto signifique abandonar la vía bilateral. Es que la exhortación a continuar el diálogo no es únicamente para Bolivia, sino también para su contraparte en este asunto. Un otro elemento que habla a favor del trabajo de la Cancillería boliviana es el hecho de que la Asamblea del organismo el 2012 se realizará en Bolivia, dato que fue invisibilizado por todos los medios, que concentraron su esfuerzo informativo en el intercambio de los cancilleres y las repercusiones que éste produjo.
El momento pone, pues, a Chile en la situación de renovar su tradicional discurso, cumpliendo su supuesta voluntad de dar a Bolivia más de lo que hasta ahora le ha dado para asegurar su acceso al océano Pacífico o, por el contrario, continuar con su histórica posición, lo que obliga a Bolivia a buscar caminos alternativos al hasta ahora infructuoso diálogo sobre el asunto marítimo.