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Valor ante una dura realidad

El martes, el valor de Gróver Mamani Apaza —que no dudó en poner su vida en riesgo para rescatar a dos niños atrapados en un incendio— puso en evidencia que aún siguen naciendo héroes en nuestros hospitales, pero también que la pobreza continúa ensañándose con los sectores más vulnerables.

A media mañana, una anciana se le acercó buscando auxilio, llegaron hasta su domicilio y recién entonces comprendió qué tipo de ayuda necesitaba: de uno de los cuartos, salía abundante humo, pero también el llanto de un niño que clamaba por su vida. Sin dudarlo, el joven de 25 años ingresó a la pieza y salió con el pequeño de dos años en brazos, pero antes tuvo que romper, con una picota, la cerradura que mantenía trancada la puerta. Una vez afuera, la señora le rogó por su otro «nietecito» que continuaba entre las llamas. Para entonces, el fuego ya se había extendido; de todas maneras, Gróver regresó. Dos veces fue rechazado por el calor y el humo, pero al tercer intento logró salir con el otro niño, de tan solo tres años.

Sin los recursos para pagar una guardería, su madre de viaje y su abuelita ya muy anciana para cuidarlos, sus hermanos mayores no encontraron otra opción salvo encerrarlos para poder salir a trabajar.  Una dura realidad que miles de niños deben enfrentar cotidianamente en el país.