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Entre la basura

Cada día, decenas de mujeres se sumergen entre la basura de la urbe alteña, desafiando el olor nauseabundo de la putrefacción y las enfermedades que conlleva, con el fin de conseguir desperdicios que se traduzcan en bienes o alimentos para su familia.

Y así como estas mujeres ponen en riesgo su salud por el bienestar de sus seres queridos, en todos los rincones del país y del planeta, miles de personas luchan cotidianamente contra la miseria, ideando y reinventado un sinfín de estrategias para vencer el hambre; batalla cotidiana que los convierte en los verdaderos expertos en extrema pobreza. Empero, su opinión no suele ser consultada cuando se diseñan planes de desarrollo, dejando de lado un conocimiento fundamental para el progreso.

Que esta discriminación y esta valiente lucha en contra de la miseria nos sirva para recordar que la pobreza no está circunscrita a determinados lugares, sino que se encuentra en todos los países del mundo, que es universal y es un producto de la sociedad, y que por tanto su erradicación es responsabilidad de todos nosotros. Como bien señala el padre Joseph Wresinski, «allí donde hay hombres condenados a vivir en la miseria, los Derechos Humanos son violados. Unirse para hacerlos respetar, es un deber sagrado».